Este divertido texto de Alberto Reig Tapia está extraído del artículo Guernica como símbolo y pertenece al libro La guerra civil en el País Vasco, de varios autores, editado por la Universidad del País Vasco (algo bueno tenían que haber hecho).
(...) Por consiguiente, De La Cierva, se manifiesta como ideólogo antes que como historiador, lo que no deja de resultar contradictorio con sus continuas declaraciones de principios autoproclamándose como un historiador objetivo.
En una larga entrevista publicada hace años (...) decía: "lo que nosotros queremos es historia, porque nos interesa un rábano la propaganda". " Lo que no se puede es hablar sin fundamento ninguno. Eso se ha terminado. Por ejemplo, lo de Guernica, de Southworth". "Soy historiador y lo que tengo que hacer es decir la verdad y dejarme de pamemas". Refiriéndose a los historiadores militares decía que "habían sido plenamente objetivos" (no cita nombres). Finalmente, insiste en que "sería un error gravísimo tratar de hacer cualquier tipo de propaganda".
Pues bien, en esa misma entrevista, refiriéndose a la destrucción de Guernica, decía que habían sido los alemanes, pero no la Legión Cóndor, "que estaba controlada por el mando nacional", (subrayado mío) sino por un grupo especial de prueba que vino directamente desde Alemaniam destruyó Guernica y se volvió a Alemania sin que nos enterásemos." Alucinante hipótesis que rápidamente rectificó aleccionado probablemente por algún especialista que le mostraría lo absurdo de tal planteamiento. Igualmente afirmaba que "el mando nacional no había dado la orden" y que: "A la destrucción contribuyeron grupos de acción separatistas vascos" y que había que acabar con el mito de Guernica, "donde no murieron ni siquiera una docena".
En otro lugar, se animaba a elevar el listón de las víctimas y decía que "el desastre apenas superó el centenar de muertos. La pervivencia de la propaganda degenera en lo absurdo". (...)
No tendría mayor interés entretenerse en las continuas deformaciones, contradicciones, alusiones y dogmáticas afirmaciones de Ricardo De La Cierva, que la investigación seria y rigurosa va echando abajo implacablemente (...)
Algunos años después De La Cierva nos ofrece una nueva versión "actualizada" en la que dice - ¡cómo no!- que "no vamos a caer en la trampa de la propaganda: éste quiere ser un análisis histórico" (...)
Apoyándose en Vicente Talón, cuyas conclusiones considera esenciales y en los hermanos Salas Larrazábal, concluye:
"La acción fue emprendida unilateralmente por los alemanes, sin conocimiento, ni menos aprobación de Franco ni de Mola. No era día de mercado. El bombardeo fue experimental, aunque no faltaban en Guernica objetivos militares. El número de muertos fue elevado - del orden del centenar- pero no llegó a las fantásticas cifras de la propaganda que hablan de millares".
En una nueva edición, dos años después, una vez más De La Cierva nos ofrece su habitual versión "definitiva". Insiste en el deconocimiento de Mola y vuelve a atribuirse - sin ningún rubor- el "descubrimiento" del "Informe Herrán", persiste en sostener la iniciativa alemana y niega responsabilidad directa a Franco sin apoyatura documental alguna, trasladando toda la responsabilidad a los alemanes. (...)
Una vez eximido Franco y las autoridades franquistas de responsabilidades, De La Cierva puede ya reconocer que "se fue deliberadamente a destruir Guernica" y explayarse en la descripción del acontecimiento. Más adelante, en abierta contradicción con lo dicho unas líneas más arriba, reconoce que Franco aceptó "que Guernica fuese el banco de pruebas ansiado por Goering", para unos líneas más abajo decir: "La acción fue emprendida unilateralmente por los alemanes sin conocimiento ni menos aprobación de Franco ni de Mola":
Con motivo del cincuentenario del comienzo de la guerra civel, Ricardo De La Cierva publicó en fascículos una - ¡cómo no!- "nueva y definitiva historia de la guerra civil", en la cual, como en él es habitual, se limita a glosar lo investigado por otros. (...)
Aun admitiendo las licencias literarias del nuevo periodismo, el divertido juego de la paradoja, las servidumbres de la propaganda y los condicionamientos ideológicos de Ricardo De La Cierva, escapa a mi limitada capacidad de comprensión este permanente, sostenido e infatigable juego de contradicciones flagrantes en un mismo texto. Resulta difícil caer en tal cúmulo de despropósitos en tan breves líneas. "Definitivamente".
AÑADIDO: Más allá de lo inútil y partidista que pueda ser De La Cierva como historiador, para mí la "objetividad" de los historiadores debería ser puesta como mínimo en cuarentena, y como poco contrastada con diversas fuentes para aproximarse a lo que pudo ser aquello que dicen que ocurrió. Vamos, casi como hay que hacer con las noticias de la prensa...
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