viernes, 30 de diciembre de 2011

INDIAN COUNTRY Y POR QUÉ RANSOME FOSTER NO ES RANSOM STODDARD

 "Entonces dejó al niño entre los brazos de Johnny y le dijo imperativamente:
-¡Cuidarás de él y no lo soltarás aunque te maten!
No le dio ninguna indicación acerca de escapar a un lugar seguro; tales sitios no existían."
                                                                                  
                                              La frontera en llamas. Dorothy M. Johnson. Traducción de José Menéndez-Manjón


Ya sólo por el primer relato con el que se abre la selección de cuentos de Dorothy M. Johnson  en la nueva colección de narrativa western editada por Valdemar, deberíamos tener este libro.  
Y no os equivoquéis. Los cuentos de Dorothy M. Johnson no hablan de vaqueros e indios. Hablan de otras cosas mucho más interesantes. El amor, la responsabilidad, el paso de la infancia a la madurez, la lucha y la resistencia ante la adversidad, la aceptación ante los giros o los golpes que puede dar la vida...
"La frontera en llamas", el primer relato de la colección es mi favorito, y el que más me ha gustado. En poco más de veinte páginas, la autora es capaz de contarnos la vida y el destino de una familia (o lo que queda de ella) después de un ataque indio a su hogar. 
El cuento que le sigue, "El incrédulo", me parece  tal vez el más flojo.  Pero el resto de cuentos son casi tan buenos como el primero. 
Y luego están los dos que sirvieron de base a dos conocidas películas.
Uno es el de "Un hombre llamado caballo". Hace muchos años que no he vuelto a ver la película, pero el relato me parece buenísimo.  La historia de un hombre capturado por los indios como esclavo y  que termina por ser aceptado como un igual entre ellos no sólo está maravillosamente escrita y narrada...creo que se "conserva" mejor que la película. "Era esclavo de una muchacha llamada Libertad y, antes de que acabase el invierno, supo que ella albergaba en su seno un hijo suyo..."


El otro relato es el que sirvió de germen al que es probablemente mi western favorito: "El hombre que mató a Liberty Valance" .
Y la verdad es que toda la película de Ford ya está  planteada en el relato de Dorothy. Tal cual. La misma historia, los personajes... Y sin embargo, en mi opinión, palidece frente a la película. Esta última está más desarrollada, tiene más matices, y añade personajes que tienen su importancia. Hay también alguna diferencia.
Bert Barricune sí podría ser el Tom Doniphon que interpretó John Wayne, pero Ransome Foster no termina de ser  el Ramson que interpretó James Stewart. Se mueve por diferentes motivos a los que lo hace en la película. En el cuento busca venganza después de su primer encuentro con Liberty Valance: "Por primera vez en un par de años albergaba una ambición... no muy recomendable, pero era algo en lo que empeñarse. Él iba a ser el reclamo para Liberty Valance y, en la medida en que le fuera posible, también su trampa."  En la película de Ford, se mueve para proteger y defender a su comunidad. Es una diferencia significativa, y mientras tienes la impresión de que Ransome Foster es un personaje apocado y algo mezquino que lo único de lo que sentía orgulloso (equivocadamente) es de haberle hecho frente a Liberty, al ver la película tienes la impresión de que Ramson Stoddard es un hombre íntegro, comprometido, bueno y humilde, que aunque no se siente orgulloso por empuñar un arma y enfrentarse a Liberty, lo hace cuando es necesario.
Aún así, y a pesar de mis pegas, es una buena historia... Y no es cuestión de que os fiéis de mi criterio. En 1995, fue escogido como el mejor relato western  entre la Western Writers Association ("Un hombre llamado caballo" fue elegido el segundo... y... bueno.... cuatro de los cinco primeros eran de Dorothy).


"Viaje al fuerte" (la incertidumbre), "La camisa de guerra" (o el señor de Ballantrae en el oeste), "Más allá de la frontera" (unos abandonan, pero siempre hay quien continúa) o "Reírse frente al peligro" (una triste historia de amor) son tan buenos como los dos relatos  que dieron pie a las películas arriba mencionadas.  "Marcas de honor", se aleja un poco del lejano oeste para llevarnos a una reserva india en los años cuarenta y nos cuenta el esfuerzo de las nuevas generaciones por no perder sus señas de identidad, su cultura.  Es tan bueno como los anteriores. Distinto, y de algún modo, te aleja del marco en el que transcurren los otros... pero igual de bueno.
Si tuviera que ponerle una pequeña pega a esta edición es la de que no figure la fecha y el lugar en el que fue publicado cada relato. Por lo demás, un libro altamente recomendable.


Añadido: Si alguno de vosotros lee el libro... me gustaría comentarlo. Tal vez es una impresión mía, pero a pesar de las barbaridades y las salvajadas que a veces se cuentan, no sé si porque la narradora es una mujer, los cuentos no dejan de tener un "algo" que no sé cómo definir que los acerca más al "tierno" que al "salvaje" oeste. Y no me vengáis con el "toque femenino" si digo "algo" que no sé definir.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Y AL FINAL, EL AMOR QUE RECIBES ES IGUAL AL AMOR QUE DAS

"...necesitamos seguir creyendo que somos mejores personas de lo que somos y volver a Bedford Falls ayuda." 
                    abril en paris (en un comentario de su blog)


Ayer por la noche estuve en Bedford Falls... y cuando el ángel Clarence dijo que la vida de un hombre afectaba a tantas otras vidas, pensé en las de los que habían afectado a la de George. Porque este clásico maravilloso siempre lo observamos desde el punto de vista de cómo George influye y modifica las vidas de los habitantes de Bedford Falls, pero rara vez pensamos si las vidas de estos, sus vecinos y amigos,  han tenido alguna influencia en la suya... 
Vecinos y amigos a los que el señor Potter califica como paletos de los que George cuida (garlic eaters en la versión original; una referencia despectiva a  los inmigrantes italianos como el señor Martini).


No hace falta devanarse los sesos para ver quién ha sido la mayor influencia en la vida de George Bailey.  Es, por supuesto, su padre, Peter Bailey. Aquel a quien George iba a buscar para pedir consejo de niño cuando el farmacéutico Gower se equivocaba en algo que podía tener consecuencias gravísimas; el hombre que se preocupó de que los habitantes de Bedford Falls pudieran vivir en casas mejor acondicionadas que aquellas que les ofrecía Potter. 
Peter Bailey es el modelo que sirve de guía a George, quien asume todas las responsabilidades que su padre deja cuando muere.  Hay un momento significativo, dramático, cuando el padre piensa que tal vez es mejor que George se marche, porque quedarse en Bedford Falls significaría tener que arrastrarse como lo hace él ante Potter.


Aunque no tan evidente, el tío Billy es otra influencia determinante para George. A diferencia de su padre, le planta cara a Potter, diciéndole claramente lo que opina de él. Puede ser tremendamente olvidadizo, e incluso provocar auténticos desastres en la vida de George, pero de algún modo representa a los Bailey y trabaja de forma honesta por las ideas que tenía su hermano Peter.


No es que podamos hablar mucho de la influencia materna. Aparte de dar amor y cariño, que no es poco, en la película vemos que es su madre la que anima a George para que se acerque a Mary. Es una escena que está cortada en algunas versiones de la película, pero podéis verla en la entrada anterior (minuto 39). 


Y sobre Mary Bailey (Hatch, de soltera)  hay mucho que  añadir a lo que ya dijimos en anteriores entradas. Estaría entre la lista de personajes que impiden que George realice su sueño: es el ancla que le mantiene en Bedford Falls de por vida.  Por amor a ella, George vivirá en una casa que detesta y que está en ruinas; le dará cuatro hijos, que son otra carga más, y que le sujetarán al pueblo del que quiere escapar. Pero no podemos olvidar que Mary es el personaje que le va a hacer ver que su vida y su felicidad no están fuera, sino dentro de Bedford Falls. 
Mary consigue todo al tener a George. Ella le quería a él desde la niñez, quería esa vieja casa, ser madre, formar una familia. Y todo esto lo consigue gracias a George... 
Es él quien "renuncia" a todo (menos a ella, claro)... 
Mary, contenta con su vida, compartirá con gusto las cargas que la vida de pareja y de padres de familia suponen.




Y luego estaría Potter...  Es algo distinto a una influencia. George casi podría definirse en contraposición a Potter, y actúa y se comporta de forma contraria al modo en que éste lo hace. 


El resto de personajes de la película no tienen tanto peso  sobre George (si exceptuamos al ángel Clarence en la parte fantástica). Es un conjunto grupal, que sin duda hace  que la vida de George sea más agradable (esos 
"cientos de veces" que éste  ha ido a casa de Ernie); el momento en el que el taxista y el policía le dedican una serenata en su noche de bodas; cómo incluso aunque está de guardia, Bert, el policía se acuerda de ellos mandando una botella de champán.
Los amigos de George le devuelven en afecto y atención todo aquello que él les da. Y es por esto que al final todos acuden a ayudarle y George recibirá multiplicado todo aquello que él ha estado dando desinteresadamente.


Me gustaría terminar esta entrada con una frase de James Stewart  sobre la película que encontré en el blog de Clara (buscando una foto de Donna Reed), en este enlace: "Se trata simplemente de un hombre corriente que descubre que vivir cada día de un  modo honesto, con fe en Dios, y con una preocupación desinteresada por los demás, puede hacer que la vida sea verdaderamente maravillosa."


Me gustaría también dedicar esta entrada a algunos lectores de este blog: A Nemo, a Mr.Lombreeze, a abril en París, a X, y a Anro, donde quiera que esté.


Se me olvidaba: ¡Feliz Navidad!

IT'S A WONDERFUL LIFE

jueves, 24 de noviembre de 2011

LA ENTREVISTA DE TRABAJO/ Abejas de cristal I

Imaginad que tenéis una entrevista de trabajo para la empresa del señor Zapparoni, quien vendría a ser algo así como  Walt Disney, Rockefeller, Steve Jobs y Bill Gates reunidos en uno. 
El señor Zapparoni se dedica al lucrativo negocio de los robots, que emplea en diferentes ámbitos;  industriales, domésticos, de ocio (sus películas con autómatas arrasan en taquilla).

No es sólo pionero en este campo, sino dueño y señor en el desarrollo de autómatas.   
Asistís a la cita sabiendo que el anterior candidato al puesto no fue seleccionado,  y ha "desaparecido", pero vuestra situación económica no es que sea muy boyante (estamos en época de crisis) y  sabéis que trabajar en las empresas de Zapparoni  podría terminar de una vez para siempre con el  problema de llegar a final de mes. 

Lo más curioso e increíble es que os llevan a la residencia personal de este empresario-creador-artista (escoged el término que prefiráis) y  él mismo  en persona es quien os hace algunas preguntas antes de salir un momento mientras os deja esperando en su enorme jardín.  Y allí, mientras estáis observando con los prismáticos de la mesa los terrenos de vuestro posible jefe, descubrís una oreja cortada (sí, como en Terciopelo azul). Pero eso no es lo más sorprendente, pues al momento comprobáis que no es una oreja cortada lo que hay allí, sino docenas de orejas cortadas. 

Eso es lo que le ocurre al capitán Richard, antiguo oficial de caballería que no se resigna a convertirse en un anacronismo con la aparición de los tanques y las nuevas tecnologías. Tal vez pueda interesaros conocer lo que pensaba en aquella situación.

"Antes, en casos como éste, la primera idea - que era, además, la más adecuada - consistía en efectuar una denuncia. Cualquiera que hubiese llevado a cabo un hallazgo horrible durante un paseo por el bosque, habría procedido de esa manera; uno telefoneaba a la comisaría más cercana. Excluí esa idea desde el primer momento. Habían pasado los años durante los cuales había gustado de las exhibiciones. Denunciar a Zapparoni ante la policía equivalía más o menos a denunciar a Poncio ante Pilatos, y podía apostar doble contra sencillo a que al fin sería yo quien desaparecería esa misma noche tras las rejas en calidad de cortador de orejas. Sería un festín para las ediciones nocturnas. No, algo así sólo podía aconsejarlo quien se hubiese pasado soñando treinta años de guerra civil. Las palabras habían cambiado de sentido; tampoco la policía era ya la policía.

Por lo demás, y volviendo a nuestro paseante, este, aún hoy, denunciaría el hallazgo de una oreja.

Pero, ¿qué ocurriría si llegase a una zona del bosque en la cual hubiese dispersas orejas en cantidad, como si de setas se tratara? Apuesto a que en ese caso saldría de allí de puntillas. Tal vez ni su mejor amigo - más aún, ni siquiera su mujer - llegarían a enterarse del hallazgo. En este sentido, somos clarividentes.
"No hagas caso del hallazgo", era el principio según el cual cabía proceder en este caso.  Sin embargo, eso me ponía en otro peligro. Habría pasado por alto una vileza, omitiendo mis deberes para con el prójimo, que se me imponían palpablemente. De ahí a la inhumanidad no hay más que un paso. Tal vez fuese esa la intención. Se me quería arrastrar a un secreto ignominioso, primero como testigo y enseguida como cómplice. 

La situación era escabrosa en cualquier caso, tanto si respondía con la acción como si respondía con la inacción.  Lo mejor que podía hacer era actuar según el consejo que había oído una vez en un café de Viena. "De entrada, ignorarlo todo", rezaba. 

También en ese caso las perspectivas eran desagradables. Zapparoni podía fracasar, ir a la bancarrota. No sería el primer superhombre que desapareciera de esa manera. Lo que yo había visto en su jardín se parecía más a un ensayo de movilización que a la exhibición del muestrario de una firma a escala mundial. Podía tener un mal fin, y en tal caso se alzaría una tempestad de indignación en la cual quienes se hallaban sentados hoy en un rincón seguro rivalizarían con quienes habían esparcido incienso al paso del poderoso Zapparoni. Los unos querrían resarcirse y los otros disculparse. Pero todos esos pingüinos estarían de acuerdo en lo referente al caso del Capitán de Caballería degenerado que había estado involucrado en el escándalo de las orejas cortadas. "No vio ni oyó nada... El caso clásico", diría el presidente, y, por encima de los blancos chalecos asentirían las cabezas de los asistentes. "

Extraído de Abejas de cristal de Ernst Jünger. Traducción (o versión más bien, según aparece en el libro) de L.M .



lunes, 31 de octubre de 2011

DEJÉMONOS DE "historias"...

La verdad es que lo único que sabía hasta hace poco sobre la historia de Estados Unidos es que a Liberty Valance no lo mató Ransom Stoddard, que Superman se había criado en Topeka, Kansas, y que la bebida oficial de los norteamericanos es la Coca-Cola aunque parece que ahora se vende más por allí la Pepsi.
Es por esto que un amigo, perplejo ante mi ignorancia, me regaló "Una historia del pueblo de los Estados Unidos" de Howard Zinn (aunque aquí creo que lo han traducido como "La otra historia de Estados Unidos").
Pero como no he terminado el libro, lo dejaremos para próximas entradas..

Ahora me gustaría hablaros de otras historias. Aunque lo cierto es que fue el libro de Zinn el que me hizo pensar en ellas.

Sé que a algunos de los que pasan por este blog les gusta Peréz Reverte. Aún  no he leído sus novelas, así que no es que pueda opinar (y no lo voy a hacer) de él en ese aspecto. Pero como columnista,  reconozco que me acaba cansando. No digo que a veces no tenga razón, o que pueda opinar parecido en algunas de las cosas que expone, pero sus modales, y me da igual que él diga que son una pose o que en en persona es muy educado y correcto y bla,bla...  sus modos o modales me acaban aburriendo y hartando...
Los puedo aceptar y hasta me gustan en un blog, pero cuando te están pagando una pasta por rellenar una página. En fin...  Sin comentarios.

Otra cosa que empieza a cansarme de él es cuando le da por contar "batallitas" históricas hablando de hazañas y gestas de nuestra historia. De cómo les dimos a los ingleses en tal batalla, o a los franceses en tal otra, o cómo cinco españoles de pelo en pecho se cepillaron a todo un regimiento, porque bestias, maleducados y pobres, sí, pero qué huevos tenían...

Y el caso es que leyendo el libro de Zinn y cuando trata el tema del genocidio (genocidio, sí) de Cristobal Colón sobre los indios arawak, así como las escabechinas que llevaron a cabo insignes hombres como Pizarro o Cortés... me dio por pensar en las columnas de Peréz Reverte.

Y sí, podemos hablar luego de que los ingleses también exterminaron a los indios en otro genocidio, y que encima ni se mezclaron con ellos como hicieron los de por aquí. Pero a mí me interesaba otra cosa. Algo sobre lo que el libro de Zinn vuelve una y otra vez a lo largo de la historia de Estados Unidos, pero que en esta ocasión hacía referencia a nuestra historia, citando el texto de otro historiador, Hans Koning, en su libro sobre el descubridor con estatua en Barcelona:
"...porque todo el oro y la plata robados y embarcados hacia España no hicieron al pueblo español más rico. Le dio a sus monarcas más tiempo en la balanza de poder, una oportunidad para contratar más soldados mercenarios para sus guerras. Terminaron perdiendo todas esas guerras de todas formas, y todo lo que quedó fue una mortal inflación, una población hambrienta, unos ricos más ricos, unos pobres más empobrecidos, y un campesinado arruinado."
Lo que quiero destacar, es que después de eso, me importa muy poco que veinte soldados españoles acabaran en "las Indias" con quinientos sanguinarios salvajes armados solamente con una espada y un cepillo de dientes.

domingo, 30 de octubre de 2011

AQUÍ NO ESTÁN LAS AVENTURAS DE TINTÍN

Podía haber sido peor.
Mi mujer suele decir a veces que soy un inmaduro y que tengo cosas de niño de primaria.  Y el caso es que ayer me quedé con las ganas de saber qué hubiera dicho del espectador con el que me tocó compartir asiento en el cine.

Y es que mi hija y yo fuimos a ver "Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio", y al llegar y sentarnos, el  mencionado  espectador nos ofreció muy amablemente palomitas. Le dimos las gracias y mi hija cogió unas pocas. Pero el hombre insistió como cuatro veces más para que siguiéramos cogiendo... que él no las iba a acabar, que eran demasiadas...  Su mujer, sentada a su izquierda, le llamaba "suavemente" la atención como para que no molestara. Él bromeaba poniéndola mal: "Es una tacaña. Las quiere para ella. No me deja"   Y después, y sin habernos presentado me preguntó a bocajarro: "¿Eres tintinófilo?"  A lo que respondí que no. Me miró como decepcionado. Dije que los había leído y que los tenía pero que no me consideraba tintinófilo. No tenía "Tintín y el Arte Alpha" (todavía);  Él sonrió y preguntó cuándo había empezado a leerlos.  "Como a los ocho o nueve años." respondí.

Y se acabaron los trailers y empezó la película, y el hombre dejó de hablar. Pero nada más terminar unos estupendos títulos de crédito, dijo emocionado: "¡Hergé! ¡Es Hergé!"... Me temí lo peor... Y lo cierto es que apenas medio minuto de película empezó a decir: "No, no...", para seguir cada treinta segundos con su no, no. Su mujer le mandaba callar, y yo también le hice una señal de que permaneciera en silencio. Pero daba igual.  Por suerte... a los tres minutos de película, sacó el móvil y empezó a jugar con él.  No sé si estaba escribiendo a alguien comentando la desilusión que se había llevado con la película, si miraba viejos mensajes, o si jugaba con el aparato... Traté de olvidarme de él y centrarme en la película. En la película de Spielberg, no en el tebeo de Hergé. Ese lo tenía en casa. Y esto era otra cosa.

 Si queréis encontrar al Tintín de vuestra infancia o sois tintinófilos, es probable que acabéis como el espectador que tenía al lado y salgáis decepcionados de la sala. Si vais a ver la película sin pensar en todo momento que está "traicionando" la obra de Hergé, es probable que paséis un buen rato. Porque os encontraréis con una película de aventuras, apta para todos los públicos, entretenida, y que se ve con agrado. Sin más.

Y ahí está el problema... que tal vez, yo le pediría algo más. Ese algo más que por ejemplo ofrecen las películas de Pixar.

Porque desde que vi las primeras imágenes de lo que iba a ser la película, no me temía nada bueno. Y es que el aspecto gráfico de las producciones Dreamworks no me suele convencer. Sus películas tienen un diseño de personajes y un "acabado" gráfico  mucho menos logrado que el de las de Pixar...  Y si bien empezada la película te habitúas a los personajes, me queda la duda de cómo hubiera resuelto esta adaptación alguien como Brad Bird, por ejemplo, que ya con el diseño de personajes de Los increíbles me parece más cercano al universo gráfico de Hergé.

Pero esta película la dirige Steven Spielberg, director de algunas películas que me impresionaron y enamoraron tanto en mi niñez, como en mi adolescencia o en mi ¿madurez? (recuerden lo que dice mi mujer)...

... y más allá del aspecto gráfico de la película (mejorable, en mi opinión), de la fidelidad o infidelidad hacia la obra de Hergé (¿eres tintinófilo?), del guión ( demasiado "ligero", a pesar del "mensaje" metido con calzador de Haddock;  me sobran unas cuantas escenas, como la pelea de grúas, por ejemplo), de algunas escenas muy bien resueltas (la persecución del halcón) o de la sensación de que estaba viendo cosas de sus viejas películas continuamente (¿por qué no hacía más que pensar en Indiana Jones en ciertos momentos?)... estamos hablando de Steven Spielberg.  Incluso sus malas películas (y no me hagan recordar lo de la calavera de cristal) se dejan ver.  Como esta.

PD: Si me animé a ver la película fue por la reseña que hizo Jero, que no es tintinófilo, y a quien la película de Spielberg le gustó más que a mí: Aquí

jueves, 11 de agosto de 2011

Ob-La-Di, Ob-La-Da



"Durante una reunión en las oficinas de Ansbacher el 20 de abril y al hacerse puntual recuento de las acciones, se había desvelado que, mientras que Lennon poseía 644.000 acciones, McCartney había estado comprando a la chita callando y poseía 751.000.
  Lennon se puso lívido. Según cuenta Brown gritó: "¡Cabrón, has estado comprando acciones a nuestras espaldas!"
"Ah, lo siento", replicó McCartney. Mejor invertir en el talento propio que en supermercados, explicó.
Lennon no se tragó el cuento. "¡Eso ha sido una putada! - aulló - Es la primera vez que uno de nosotros actúa a espaldas de los demás."


                       Extraído de "Paul McCartney. El hombre y el mito" de Ross Benson. Traducción de Gemma Moral Bartolomé.


"Entre el líder maquiavélico y el creador de inolvidables melodías, entre el rostro flexiblemente inocente y el cerebro de un relaciones públicas inmejorable, se encuentra la personalidad de Paul McCartney, al que muchos consideran el más grande compositor de canciones de este siglo."


                                                        Extraído de  Rock Espezial (no sé quién lo escribe; no viene acreditado)




 Y









"Las condiciones contractuales de los Beatles eran desastrosas, como reconoció George Martin; por los discos vendidos  en EE.UU. a cuatro o cinco dólares cada uno, los Beatles recibían unos míseros cinco centavos; los vendidos en Gran Bretaña les proporcionaban sólo un penique. Esas condiciones podrían ser admisibles cuando los Beatles firmaron  con EMI en 1962 y eran unos desconocidos inexpertos, pero en 1964, cuando ya eran los músicos de mayor venta del mundo, eran completamente inadmisibles."
                                               
                                "Los Beatles. Un día en la vida." de Mark Hertsgaard. Traducción de  Irene Saslavsky



sábado, 30 de julio de 2011

GENE COLAN.


Gene Colan, 1926-2011: “Para mí, ha sido un viaje que jamás imaginé que ocurriría.”


POR TOM FIELD 

La  conclusión definitiva que puede hacerse sobre Gene  es que Stan no le pidió nunca dibujar como Jack.
Retroceded a mediados de los sesenta, cuando los comics Marvel  se extendieron más allá de la casa que Stan Lee, Jack Kirby y Steve Ditko  habían construido sobre la base de los Cuatro Fantásticos,  Hulk y Spider-Man. De todas las  futuras celebridades que se incorporaron a Marvel  – John Buscema, Bill Everett, John Romita, Jim Steranko, George Tuska, incluso Alex Toth entre ellos –  Lee  como escritor/editor forzó a cada uno de ellos al principio a “dibujar a la manera Marvel”. Lo que quería decir dibujar sobre  bocetos de página  preparados por Kirby, el artista de facto de la casa, cuya narrativa representaba todo lo que Lee quería que identificara a los comics Marvel.


La solitaria excepción– el único ilustrador cuyo estilo   era tan singular, tan poco convencional, tan no-Kirby que Lee nunca forzó la colaboración —  fue  Gene Colan.


“Gene the Dean” o “Gentleman Gene,” como Stan lo apodaba, se unió a Marvel en 1965, y su cinematográfico enfoque de “pintar con un lápiz” proporcionó un look completamente distinto a personajes como Namor, Iron Man y Daredevil.

Colan sobre Kirby nunca hubiera funcionado. Eran muy diferentes.  Kirby se basaba en las formas, y Colan en las sombras. La especialidad de Jack  era la acción en primer plano; la de Gene, el matiz de la expresión humana.  Las dos sensibilidades artísticas eran tan diferentes que incluso 40 años más tarde, cuando a Colan se le ofreció una oportunidad única en la vida de terminar una portada para el magazine de The Jak Kirby Collector, la rehusó. No porque no quisiera, sino porque sentía que no sería capaz.

 “El estilo de Gene era demasiado único, diferente” dijo Lee,  cuando le preguntaron por qué había eximido a Gene Colan del aprendizaje kirbyano.  “Hubiera incapacitado a Gene [dibujar sobre bocetos de Kirby].  Él no debía dibujar sobre los bocetos de nadie porque entonces no parecería Gene Colan.

Pero, Lee sentía de otra manera en los 50, cuando dirigía la predecesora de Marvel, Atlas Comics. Colan trabajó para Lee, entonces, dibujando  cómics del oeste  y de terror en boga. Entonces,  recuerda Colan, Lee le pidió imitar los populares estilos de los difuntos  Joe Maneely y Tuska.   Inesperadamente el dócil Colan se negó.
“Dije, ‘Stan, si quieres que lo dibuje como George Tuska, entonces coge a George Tuska para dibujarlo. Yo no soy George Tuska.”
De hecho, Gene Colan nunca debería ser confundido por menos de lo que fue: Uno  de los  estilistas más personales de los comics. Dominaba su lápiz como un pincel para capturar las  sutiles tonalidades de la acción, la emoción y la iluminación.  Trajo una visión cinematográfica a la narración de los comics, y sus historias eran reconocidas al instante por los fans, atesoradas por los que entendían, y apreciadas incluso con envidia por muchos de sus más expertos compañeros.
Mientras deleitaba a sus fans, Colan irritaba a menudo a sus guionistas.  Era conocido por no leer nunca sus guiones antes de empezar, y  por llegar al límite de las páginas antes de dibujar el  final de la historia.  Por aquellos días, podría dedicar media página a una mano girando el torno de una puerta, o tres páginas al Capitan America andando sin rumbo por una calle. Sus vicios eran aceptados en los 60, cuando Lee puso a los artistas al cargo del ritmo de las historias. Pero Colan encontró resistencia en los 70, cuando los guionistas recuperaron influencia, y especialmente en los 80, cuando los editores tomaron el mando.  
Ragamuffins
Por último, superó a sus entintadores, quienes siempre luchaban por delinear los complejos dibujos a lápiz de Colan. Para los años 80,  el estilo a lápiz de Colan y la tecnología impresa eran tan refinadas que, empezando con Dean Mullaney en Eclipse Comics, los editores se saltaron la tradicional etapa de entintado y empezaron a reproducir las texturas de Colan directamente de su lápices, empezando con  Ragamuffins y Nathaniel Dusk  del escritor Don McGregor . Una vez Mullaney  abrió esta puerta, imprimir desde los lápices de Colan llegó a ser la norma por defecto durante los siguientes 20 años. Incluso al final de su carrera profesional – la última historia de  Colan fue un número del Capitan America en el 2009 – Marvel produjo dos ediciones, una en color y la otra en blanco y negro, para que los fans pudieran apreciar la belleza  de los lápices de Colan
Nadie dibujaba como Gene Colan. Probablemente nadie lo haga jamás.
Pero Colan fue único más allá de su trabajo.  La biografía de Colan de 2005 se tituló “Secretos en las sombras” y en un nivel describía el arte. Pero el libro también exploraba al hombre, que batallaba con sus propias sombras y secretos.


Era hiper sensible. Si Lee y Kirby  eran los  Lennon & McCartney de Marvel Comics, entonces Colan  era Brian Wilson – un genio torturado que batallaba con sus propias emociones y la influencia de otros. Era el tipo de persona que  detectaría y se desinflaría con la única vibración negativa  en una habitación llena de ávidos partidarios.  Esta sensibilidad, que realzaba su trabajo, también  le hacia vulnerable a la personas de carácter fuerte.  A lo largo de su carrera, Colan se sintió avasallado por algunas de las personalidades más grandes de la industria como Harvey Kurtzman, Bob Kanigher y Jim Shooter.
Trabajaba en exceso. Las ambiciones y el estilo de vida de Colan estaban siempre  reñidos con su salario, y por eso durante décadas, como muchos de sus compañeros, trabajó demasiadas horas para producir páginas a costa de su propia familia. Mientras que varias generaciones han crecido bajo la influencia de los comics de Gene Colan, él apenas vio  a algunos de sus cuatro hijos – un sacrificio del que hablaría más tarde con gran pesar.
Y, al igual que su personaje insignia,  Daredevil,  tenía defectos de visión. En el ultimo tercio de su vida, Colan fue tan destrozado por el glaucoma que era virtualmente ciego en un ojo y  el otro le quedó  reducido a visión de túnel . Pasó numerosas operaciones y tratamientos para conservar la visión suficiente que le pudiera permitir continuar dibujando. 

A pesar de  estas luchas, Colan forjó una carrera sin precedentes. Trabajó en los comics durante siete décadas, desde los años cuarenta a los dos mil – una hazañas igualadas sólo por algunos como Will Eisner y Joe Kubert. Su  campo creativo es inigualable – dibujó literalmente de todo, desde los comics Archie a Wonder Woman,  dejando su firma en personajes tan populares como Batman, Capitán Marvel y Dracula, favoritos de culto como El Pato Howard,  Doctor Extraño y Night Force, así como en trabajos más esotéricos o personales que incluirían Ragamuffins y Nathaniel Dusk.

Más recordado por su larga trayectoria en la serie  Daredevil en los sesenta,  el trabajo más aclamado por la crítica fueron sus 70  números de la serie La Tumba de Drácula (donde co-creó al cazador de vampiros  Blade). Si se le  insistía, decía que su trabajo favorito   había sido el del detective  privado Dusk en los 80. De hecho, durante muchos años, el único trabajo de Colan que se exhibía en su casa era una secuencia de persecución en Coney Island de tres páginas de la segunda miniserie de Dusk.

Colan era también uno de los  más accesibles creadores de comics. Un pionero de internet  entre los artistas de comics, vendía sus originales online y estableció un chat para fans en los últimos 90. Por medio de estos esfuerzos, dirigidos por su esposa Adrienne, su paladín incondicional hasta su muerte en el 2010, Colan hizo amistad con algunos de sus fans más apasionados por todo el mundo, llegando a ser una figura paterna para sus lectores y sus familias. Durante la última década de su vida, Colan llegó a saber de primera mano qué llegó a ser de aquellos niños que crecieron leyendo su trabajo.
“Todavía encuentro casi imposible de creer que haya gente tan interesada en los comics y en lo que he hecho.”, reflexionaba Colan en el 2005. “Hay tantos artistas por ahí que son igual de buenos – algunos incluso mejores. Para mí,  ha sido un viaje que jamás pensé que ocurriría. 
Entré en el negocio solo como una forma de entretenimiento.


Primero Años


Eugene Jules Colan  nació en el Bronx,  NY, el 1 de Septiembre de 1926, el único hijo de  Harold y Winifred Levy Colan.
 Introvertido, Colan vivía indirectamente a través de las tiras de comics –  Terry y los Piratas de Milton Caniff  y Dickie  Dare de Coulton Waugh eran sus favoritas –  y  amaba más que nada crear sus propios comics. “Dibujaba un montón – siempre estaba dibujando”, dijo Colan. “Mi mayor alegría era estar enfermo en la cama,  así no tenía que ir a la escuela ni nada de eso, y dedicaba el día a dibujar, dibujar, dibujar.
Las películas eran también una importante influencia, e incluso un niño como Colan estaba fascinado por cómo los directores planificaban sus escenas. En su casa caminaría despacio  de habitación a habitación llevando la cámara de su padre–de las que hay que mirar desde arriba para encuadrar, e iba explorando el espacio a su alrededor tal como se vería en una película.

Ninguna película influyó más a Colan que el Frankenstein original, que vio por primera vez con cinco años. Colan estaba aterrorizado de Boris Karloff como el monstruo. Después de aquel susto, Colan no podía purgar al monstruo de su memoria.  En lugar de eso,  respondió del único modo que sabía. “Decidí que crearía un monstruo de mi propiedad, así que cogí  grandes láminas de papel – era creativo en ese aspecto – y dibujé  uno.” – el nacimiento de Colan como artista de horror.

Con 14 años, Colan reunió  muestras  de su trabajo y visitó DC Comics. Los editores estaban impresionados y le invitaron a conocer Bob Kane, el creador de Batman. Después de terminar el instituto en 1944, Colan consiguió un trabajo de verano como artista en Fiction House, editor de títulos como Wings, Rangers y Fight.  Allí fue guiado por gente como Tuska, Murphy Anderson y Lee Elias.

A principios de 1945 Colan se alistó en el las fuerzas aéreas de los Estados Unidos. La guerra en Europa finalizó incluso antes de que Colan terminara su entrenamiento básico, así que fue destinado a una base en Manila. En Filipinas, Colan cayó bajo la tutela del ilustrador Steven Kidd, quien publicaba en Life y en otras importantes revistas. Kidd se había especializado en ilustración militar y con el tiempo llegaría  a ser el artista oficial  del ejército destinado a Corea  “Me abrió mucho los ojos,”  recuerda Colan . “Una vez me pidió que dibujara un árbol. Lo hice en 10 minutos, y él dijo “Le llevó a Dios  100 años hacer un árbol; tú no puedes sentarte y  hacer uno en diez minutos!”


Después de ser licenciado del ejército,  Colan entró en la Art Students League of New York.  Entonces, en 1947, Colan decidió visitar Timely Comics, La primera encarnación de Mavel y la editora del Capitán América, la Antorcha Humana y Namor.  Se le hizo pasar para conocer al editor.  “Entré en esta oficina, ¡y allí estaba Stan Lee, jugando a cartas y llevando una gorrita con una hélice!  Stan era inmaduro,  encantador. Me dijo: ‘¿Así que quieres hacer comics, eh? ¡Siéntate!’”


Esfuerzos

Colan se unió a  la plantilla de Timely  y disfrutó un periodo inicial de éxitos, dibujando superhéroes y comics de género juntos a mentores como Mike Sekowsky y Syd Shores. También conoció a algunos otros principiantes, como a John Romita, que se distinguiría como el principal artista de Spider-Man y el director de arte en Marvel en los años sesenta y setenta.
“Conocía su trabajo antes de que le pudiera poner rostro,” dijo Romita una vez de Colan. “Me asombraba. Hizo un par de historias  de guerra con pilotos del Pacífico.  Recuerdo una en particular: hizo una viñeta – estoy hablando de 1949, 1950  – hizo un plano aéreo de un avión estrellándose en el océano, y realizó todo el tema y lo dibujó todo en negro con un pequeño splash. Y yo estaba asombrado. Me recuerdo diciendo  “¡No tengo narices de hacer eso! Pero él lo hacía creíble.”
Aunque los buenos tiempos duraron poco,  Colan fue  despedido durante una crisis del mercado y forzado a trabajar como freelance. Durante este periodo, tuvo sus primeros rodajes con editores de fuerte personalidad que casi hicieron que dejara  el negocio.  El primero fue Harvey Kurtzman, que editaba  Two-Fisted Tales Frontline Combat en EC Comics. Kurtzman  era exigente con sus artistas, y no le gustaba cómo había dibujado Colan su único  encargo, la historia “Wake” en el número 30. Poco después, Kurtzman fue hospitalizado por  agotamiento, y Colan – que quería desesperadamente unirse a la  distinguida escuela de artista de EC – le visitó obedientemente.  Kurtzman  le desairó. “Me miró y me dijo “, Eres el perfecto pardillo.”  Kurtzman no estaba necesariamente equivocado – Colan era un  ingenuo. Pero Kurtzman ofendió al artista.  “Fue muy desagradable conmigo”, dijo  Colan . “No era alguien con quien quisiera continuar, así que no lo hice.”

El siguiente atormentador de Colan fue Bob Kanigher, el rápido y prolífico escritor de DC, más conocido por haber co-creado al Sgt. Rock. Kanigher contrató a Colan para dibujar comics de guerra, western y de amor, e intimidaba al joven artista con sus poco moderadas críticas.  Las quejas de Kanighers iban desde la narración hasta los lápices, y siempre  las hacía con mucha dureza. Finalmente, en 1957, Colan contraatacó. “Un día le dije “¿sabes?, estás loco”, recuerda Colan. “Julie Schwartz, tenía su mesa junto a la de Kanigher, y me oyó. Kanigher dijo “Julie, ¿has oído lo que ha dicho? Estoy loco”.  Yo dije. “Sí, estás loco”. Oh, Le hubiera echado por la ventana”. En lugar de eso, Colan salió de la oficina – despedido de sus trabajos para a DC (el mayor de los cuales era el héroe western Hopalong Cassidy), y  toda su carrera en los comics se evaporó. Hasta que se reunió con Stan Lee.

Columpiándose hacia los 60.

Los primeros años sesenta fueron el periodo más tumultuoso en la vida de Colan. Se acababa de divorciar de de su primera esposa, Sallee, separado de sus dos jóvenes hijas, Valerie y Hill, e incapaz de encontrar trabajo en los comics. En lugar de eso, terminó en un callejón sin salida dibujando películas educacionales.
Entonces conoció a la mujer que cambió su vida.  Adrienne Gail Brickman tenía 19 años cuando Colan la conoció en un centro para solteros en los Poconos. Los dos se atrajeron inmediatamente, y su romance floreció rápidamente en matrimonio el día de San Valentín de 1963.
Desde el principio, la franca Adrienne fue la mayor partidaria de Colan, y pronto le convenció para dejar su trabajo y volver a los comics. “Me dijo “Tienes que salir de aquí” tan fácil como eso" recordó Colan después. “Trabajar sin retos artísticos destruirá tu alma, tu pasión por la vida”,  dijo ella.  Y yo dije “¿Y dónde voy?”.  
Pero la salida laboral de Colan coincidió con un resurgir de los comics, y  fue capaz de coger trabajo en DC, Dell en incluso Marvel, donde dibujó alguna historia ocasional de western o ciencia-ficción. Para 1965, el negocio estaba teniendo un boom, y Lee le pidió a Colan dejar su otros encargos (incluyendo sus estupendos trabajos en blanco y negro para las revista Eerie y Creepy de Warren) y trabajar a tiempo completo para Marvel. Al principio, Colan se resistió  – no se atrevía a comprometerse para un solo editor – y por eso sus encargos iniciales en los superheroes Marvel como Namor  e Iron Man fueron firmados  con el seudónimo de “Adam Austin”, para no poner sobreaviso a sus otras fuentes como artista freelance.  Pero dos cosas se hicieron  evidentes en seguida: 1) Marvel era sólida y 2) El dibujo de Colan era inconfundible Para cuando tomó la serie de Daredevil en el número 20, ya estaba firmando con su propio nombre, trabajando exclusivamente para Marvel e iniciando uno de los períodos más felices de su carrera.

Con Daredevil – su primer encargo largo de un superhéroe  – Colan tenía todo lo que quería: un protagonista de mentón cuadrado, un variado elenco  de co-protagonistas, una colorida galería de villanos, Nueva York  como marco… y 20 páginas por mes para contar las historias que él sentía debían ser contadas. “El hecho de que era ciego y podía hacer todas estas cosas me atraía realmente” dijo Colan acerca de su trabajo en el título. “Traté de hacer comprensible un modo para ilustrar su ceguera de modo que  el lector  pudiera seguirla. El tenía una extraordinaria habilidad para ver mejor que un vidente a causa de sus sentidos agudizados, y yo trataba de ilustrar esto en un vago modo con imágenes de lo que él veía. Estrictamente sacadas de mi imaginación. Esa imaginación condujo a una casi ininterrumpida  sucesión de 80 números en la serie de Daredevil, que quedó asociada para siempre con Colan.

Lee fue el principal escritor de Colan en la Marvel de los 60, y trabajaba la potencialidad de Colan dándole las tramas más básicas y desnudas para la historia de cada número. Lee simplemente no tenía tiempo para escribir un guión completo y Colan no tenía la paciencia para leer uno. En lugar de eso, se sentaba y dibujaba cada página individual, rompiendo el ritmo aquí y allá con una página completa.  Frecuentemente,  incluso, llegaba al final de la historia y descubría que se le habían acabado las páginas antes de terminar la trama, así que o bien tenía que continuar la historia o meter a la fuerza la conclusión en un revoltijo de viñetas en la página final.
Roy  Thomas, ayudante de Lee en los sesenta, recuerda este problema: “Recuerdo que  [Stan] se  molestó un poco una vez y llamó a Gene y le dijo “Bueno, ¿no veías qué es lo que iba a pasar? Y Gene dijo “Bueno, sabes que no leo la trama hasta que llego a esa página”. Supongo que a Gene le gustaba conocer la historia al mismo tiempo que lo haría el lector. A Stan le gustaba, pero ese tipo de cosas no sucedía con otros artistas, así que le volvía un poco loco. Siempre le gustaba el resultado final, pero a veces le llevaba un poco de trabajo extra."
 Lo que podía haber sido “trabajo extra” para Lee era un duro trabajo para Colan, que se empujaba a dibujar dos páginas diarias, siete días a la semana  – el equivalente de tres comics al mes.  Este ritmo causó estragos en su hogar, que ahora incluía a sus niños Nanci y Erik, ambos nacidos en los primeros sesenta. Durante esa frenética etapa Colan también dibujó al Capitán America (para el que co-creó el superhéroe afro-americano Halcón),  al Capitán Marvel y  al  Doctor Extraño, entre otros. Pero aunque los conceptos crecían en fantasía, Colan los traía de nuevo a tierra con su toque único.

Drácula y  el Pato

En 1971, después de más de cinco años en la serie de Daredevil, Colan estaba aburrido. Quería un nuevo desafío. Así que  cuando oyó que Marvel estaba creando un nueva revista de comics sobre Drácula, el señor de los vampiros, quiso el encargo.
Según  Colan, Lee le asignó Drácula, pero lo olvidó pronto y entonces le ofreció el mismo trabajo al creador de Namor, Bill Everett. Colan estaba desolado. Pero Adrienne  no. Inspirada por las historias sobre cómo Marlon Brando se presentaba voluntariamente a castings, Adrienne  le animó a Gene a intentarlo con Drácula. Colan dibujó a lápiz, entintó e hizo un  estudio en acuarela de un Dracula barbudo y con melena oscura , incluyendo un retrato del Conde, y un montaje del rey vampiro  en diferentes poses.  “Le mandé (el montaje) a Stan y al día siguiente llamó y sólo dijo. “Es tuyo” dijo Colan.  “¡Eso fue todo! “
 “Eso” se convirtió en una carrera ininterrumpida de siete años en 70 números  del comic La tumba de Drácula. No solo uno de los mejores comics de horror de los setenta, sino uno de los mejores comics de la década,  punto. Escrito durante  la mayor parte de la serie por Marv Wolfman y entintado por Tom Palmer, su mayor y más frecuente  entintador,  La tumba de Drácula  presentaba un rico conjunto de personajes, ricas tramas y un dibujo sombrío un peldaño por encima de la mayoría de los comics.




A mediados de los 70, a Colan se le  encargó un título que no podía haber sido más diferente de Drácula–  El Pato Howard , el crítico cultural de lengua afilada y aficionado a los puros creado por el guionista  Steve Gerber.  Los artistas Frank Brunner y John Buscema dibujaron los tres primeros números del comic, pero entonces,  con el número 4 la serie fue asignada a Colan, quien al principio  pensó que había sido degradado a dibujar una serie de animales parlantes para niños. Pero rápidamente apreció la madura sátira social de la serie, y conectó con Gerber. “Lo disfruté, porque Howard era una de las cosas más fáciles  de  hacer, y era una oportunidad para hacer cosas divertidas e iluminarlas un poco”, dijo Colan. “Disfrutaba con el humor, y Steve (Gerber) era tan divertido. Me sentaba allí y me tiraba de risa por los suelos leyendo el guión, y  le llamaba y se lo decía”.


Los comics de Drácula y el Pato se cancelaron en 1979.  Los títulos fueron brevemente resucitados como magazines en blanco y negro, aunque  pronto cesaron de publicarse para bien, dejando a Colan sin una serie regular. Pero en lugar de coger un nuevo título, Colan se encontró luchando por su carrera.

Fuera de Marvel,  Dentro de DC.

Siguiendo su promoción a editor en 1972,  Stan Lee se retiró efectivamente de los guiones de comics. La nueva generación de escritores imponían más control sobre sus historias, y algunos de ellos se resistieron a las idiosincrasias de Colan. Cuando el guionista Jim Shooter se convirtió en editor en jefe en los últimos setenta, la tensión entre Colan y los autores más jóvenes llegó a un  límite.  En  1980, Shooter y Colan estaban totalmente enfrentados sobre la forma narrativa de Colan.  
“No fui solo yo,” dijo  Shooter una vez sobre el conflicto. “Los  guionistas con los que estaba trabajando, con la excepción de Marv  en  La tumba de Drácula, venían a mí cabreados porque habían escrito una trama y (Colan) la había ignorado y había dibujado un montón de figuras grandes y sencillas  para después meter 16 viñetas en la última página .  Traté de hablar con él, y  alguna que otra vez le pedí que redibujara cosas. Porque era Gene Colan, le pagaba  por volver a hacerlas. Le decía: “Gene, te pagaré para hacer esto, pero tienes que dejar de hacer trampitas. En Shooter, Colan vio que se repetía la historia de  Harvey Kurtzman y Bob Kanigher – pero aún peor.

“[Shooter] me estaba acosando. No podía vivir”  dijo Colan . “Me asustó, lo hizo de verdad. Me trastornó tanto que no podía funcionar”. De igual modo que había animado a Colan a dejar un trabajo en los sesenta, su esposa Adrienne  le imploró que dejara Marvel en 1980.   Después de comunicar su renuncia, a Colan le pidieron sentarse y buscar una resolución con Shooter y el editor Mike Hobson. Colan accedió a la reunión pero  rechazó cualquier propuesta para permanecer en Marvel. “Shooter estaba en la misma habitación”, recuerda Colan, y yo dije “Ese hombre  no va a cambiar. Es como es. Ya pueden pasar seis días, seis meses o seis años, no va a cambiar nada, así que no voy a soportarlo ni un minuto más."

Colan  firmó inmediatamente un contrato con DC, la editorial rival, que le encargó a sus pesos pesados: Batman, luego  a Wonder Woman, una miniserie de Superman y un nuevo título de horror, en colaboración con su compañero en  La tumba de Drácula, Mav Wolfman. Pero la luna de miel con DC no duró mucho. El editor Dick Giordano sentía que el estilo de Colan carecía del atractivo comercial frente a  favoritos como George Perez y Keith Giffen. Cuando el contrato de Colan terminó, los encargos importantes desaparecieron, y pasó por duros momentos para conseguir  trabajo de DC.










Por su cuenta

Con  Shooter fuera de Marvel,  Colan obtuvo algunos trabajos allí,  siendo el más notable un serial de la Pantera Negra escrito por Don McGregor y un revival de la serie La tumba de Drácula  con Wolfman.  También dibujó una serie de historias – vivir para ver  –Archie Comics, donde fue capaz de explorar un estilo más caricaturesco.

Pero al mismo tiempo, Colan, cumplidos ya los sesenta,  se encontró con  graves problemas de salud. Primero vino  un ataque al corazón, después una  larga serie de problemas de visión atribuidos al glaucoma. Tras una serie de operaciones en ambos ojos, se quedó con prácticamente ninguna visión en su ojo izquierdo y sólo visión de túnel en el derecho.
Cuando se supo de las enfermedades de Colan, Clifford Meth, escritor y fan  desde hacía muchos años, dio un paso al frente para organizar iniciativas para  recaudar fondos para los Colan. Primero fue una subasta de dibujos para ayudar a  pagar los gastos médicos de los Colan. Después vino la publicación de “The Gene Colan Treasury,” un libro escrito por Meth y editado por Aardwolf  Publishing (una editorial que  Meth cofundó).

 Recuperado de nuevo, Colan empezó a enseñar dibujo y continuó trabajando como artista freelance, aceptando encargos de Darkhorse (un pastiche sobre Aliens), y Marvel (incluyendo un breve retorno a la serie Daredevil). A mediados de los años 90, cuando aceptó un nuevo proyecto de Drácula con Wolfman para Dark Horse, Colan estaba empezando a  pensar en la jubilación y en que se esfumaría  y sería olvidado por los fans.
Y entonces descubrió Internet.


Renacimiento y reconocimiento.

Los Colan se aventuraron en la red en 1998, cuando un fan, Kevin Hall les creó su web ,  www.genecolan.com, empezó a vender originales de Colan en eBay,  y creó un grupo  en Yahoo (http://groups.yahoo.com/group/genecolan/) dedicado a la vida y obra de Gene. Por medio de los esfuerzos de Hall, los Colan descubrieron  no solo un nuevo punto de venta para los originales de Gene, sino un medio para  aceptar nuevos encargos. Los encargos que le pedían, de hecho, llegaron en tal ritmo que a menudo Colan decía “Estoy más ocupado ahora de lo que lo he estado en mis mejores días en los comics!” 

Pero más que los ingresos, la red  trajo a Colan un nuevo nivel de reconocimiento. Al conectar con generaciones de fans de todo el mundo, pudo  saber  lo que había sido de todos aquellos niños que había crecido leyendo su trabajo. Se había convertido en doctores, escritores, profesores, profesores– profesionales por que interactuaban con los Colan a diraio y le recordaban continuamente a Gene la importancia y la influencia de su trabajo.
De repente, los Colan tenían una nueva familia virtual de numerosos fans en todo el mundo. La energía de este grupo revitalizó a Colan, que permaneció productivo, dibujando encargos y nuevos proyectos de comics hasta bien entrado el nuevo milenio. Y con la mayor visibilidad llegó el nuevo reconocimiento.
*En el  2001, Colan los fans Kevin Hall, Dominic Milano y Marc Svensson trabajaron con el escritor Mark Evanier  para  organizar la fiesta de  75 cumpleaños de Colan en la Convención annual de Comic de San Diego, y también realizaron un film documental que incluía una charla de Evanier y homenajes de creadores como Stan Lee, Neal Adams y Harlan Ellison.

*En el 2005, en los premios Eisner  anuales, Colan fue introducido en el Salón de la Fama.
*En el  2008, a petición del escritor Glen Gold y el director Andrew Farago, el  Cartoon Art Museum en San Francisco dedicó una larga   muestra a Colan y su trabajo.
*Y en 2010, el ultimo trabajo largo de Colan en los comics,  Capitán  America #601 –-  una historia ambientada en la Segunda Guerra Mundial y reproducida directamente de los lápices de Colan – ganó el Premio Eisner a “ Mejor Número”

Pero la salud de Colan también falló y en sus últimos años,  debido principalmente a un hígado dañado y a un cáncer. Más devastadora personalmente para Colan fue la súbita muerte de Adrieenne después de una serie de personales dolencias en el verano de 2010. En su último año, Colan fue cuidado por sus hijos Nanci y Erik, y sus asuntos de negocio fueron  llevados por Clifford Meth.


Recordando a Colan

A lo largo de siete décadas en los comics, Colan tuvo la oportunidad de trabajar con algunos de los mejores guionistas, entintadores y editores. Sus percepciones capturan  el lugar de Colan en la historia de los comics.
“Gene estaba interesado en la gente, en los personajes y sus expresiones, el modo en el que se movían.” Dijo Stan Lee, “Siempre sentí que las historia que hacía eran muy personales. Siempre conoces a los personajes y te preocupas por ellos. Había también un gran sentido del diseño en el trabajo de Gene. Cada página estaba meticulosamente diseñada. Donde algunos artistas irían viñeta  a viñeta, siempre sentí que en la cabeza de Gene la página era un lienzo.
 “Sus lápices eran sutiles,” dijo Tom Palmer,  el entintador más asociado con el trabajo de Colan. “Podía parecer que no eran así – podían parecer muy poderosos–  pero si mirabas sus páginas a lápiz, veías que  había toques muy suaves, grises. Normalmente hay tres tonos diferenciados en esos dibujos a lápiz: Claro, medio y oscuro. Algunos [entintadores] ignoran el claro y hacen el medio tan negro como el oscuro. Pero yo veía los  tres tonos. Ésa es la diferencia.
Roy  Thomas, el guionista /editor/historiador quizás ofrece la mejor perspectiva  sobre el lugar de Colan en el panteón de las artes del comics. “Tenía la dinámica de Kirby, pero el realismo de algunos de los artistas de tiras de prensa – las cosas que a la gente le gustaron más tarde en Neal Adams y otros artistas” dijo Thomas. “Quizás Gene era una figura de transición entre Kirby y Neal Adams– dos de los artistas más influyentes. Lo más importante, contó un montón de buenas historias."


AÑADIDO I:  De la  ejecución de esta traducción es culpable un servidor. Pero para que el crimen fuera menos sangrante y llamativo,  un amigo se tomó la molestia de revisarla y corregirla (gracias).  Tenéis el artículo original en este enlace. 


AÑADIDO II: Además del homenaje conjunto en el  que hemos participado algunos blogs (entre los cuales algunos ya dedicaron al artista también sus correspondientes entradas como esta o esta o estas), tenéis algunos interesantes enlaces por la red. 




Una jugosa entrevista en Entrecómics. Aquí. 


Un bonito poema visual en Travellings en los surcos. (Sí, ya sé que Jaime participa en el homenaje conjunto, pero su entrada sigue siendo mi favorita de todas las que he visto).


Una interesante entrada en Es muy de cómic.


Y otros recuerdos para el artista en blogs que desconocía como este o este.


AÑADIDO III: Homenajes compartidos.


999 


Llámame Plissken


El lector impaciente


Gotham News


La canción de Tristan


Comic is art


Pecios


Travellings en los surcos

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