miércoles, 7 de septiembre de 2016

LUNÁTICA CARRERA ESPACIAL II

Fueron a buscar a Sergei Koroliov el 27 de junio de 1938 a las nueve de la noche. Estaba con su hija de tres años en su apartamento, situado en el sexto piso de un edificio de Moscú, cuando su mujer entró corriendo, aterrorizada. Venía de la calle y había visto a unos cuantos oficiales del NKVD (el Comisariado del Pueblo) entrando en el edificio.
Sergei Koroliov
Supo instintivamente que venían a por su marido. * Koroliov trabajaba como ingeniero especialista en cohetes, y en la investigación militar había tanto miedo y paranoia como en el resto del sistema soviético. A su amigo y colega Valentin Glushko se lo habían llevado hacía poco. Había que dar por hecho que habría denunciado a quienes le dijeran sus torturadores que denunciara. Así era la vida en la época de la Gran Purga de Stalin.


Los servicios de seguridad del NKVD llegaron al cabo de unos instantes, registraron el apartamento y se llevaron a Koroliov. Dos días más tarde, después de torturarlo y amenazarlo con ir a por su familia, firmó una confesión ante el comisario de asuntos internos en la que admitía formar parte de una organización antirrevolucionaria y haber cometido actos de sabotaje contra la patria. Confirmó las acusaciones que habían hecho contra él dos de sus colegas de más rango, que habían sido asesinados. No fue juzgado, pero lo sentenciaron a pasar diez años en el conocido gulag de Kolymá, en Siberia, no muy lejos del círculo polar ártico.

Probablemente no haga falta decirlo, pero no había tal organización antirrevolucionaria, y tampoco sabotaje alguno; Koroliov era inocente. Mucha gente inocente sufrió las consecuencias de la Gran Purga. La razón y la justicia no desempeñaban ningún papel en aquel sistema basado en el terror.

Fue un milagro que sobreviviera. Miles de hombres morían en Kolymá cada mes. Koriolov pasó hambre y recibió palizas, le arrancaron los dientes a golpes y le rompieron la mandíbula. El frío era insoportable, y la malnutrición le provocó un escorbuto. Al final, se salvó gracias a algo que sucedió muy lejos de allí: el nuevo director del NKVD, Lavrenti Beria, hizo que se reabrieran muchos casos. Koroliov pudo abandonar el gulag y regresar a Moscú, donde sería juzgado por cargos menos importantes. (...)


Sergei Koriolov llegó a Berlín un día después de que Wernher von Braun se marchara de Alemania para siempre. Los estadounidenses habían eliminado de las fábricas de misiles de Mittelwerk y Peenemünde todo lo que pensaban que podría ser de provecho para los soviéticos, pero no tuvieron en cuenta su tenacidad ni la inteligencia de Koroliov. Merced a un trabajo meticuloso, los soviéticos lograron reconstruir los planos del V-2, y Koroliov pudo entender cómo funcionaba. Y lo que es más importante, pudo entender qué defectos tenía. Koroliov observó el magnífico diseño de Von Braun y pensó que podía mejorarlo. (...)


Koroliov fue un desconocido durante toda su vida. Se mantenía su identidad en secreto por miedo a que los estadounidenses lo asesinaran, y la población solo lo conocía por el apodo anónimo de “diseñador jefe”. Pero con la muerte le llegó la fama.



 
  
Sus cenizas fueron sepultadas con honores de Estado en el muro de Kremlin, y ha pasado a la historia como el artífice de los primeros paso de la humanidad por el cosmos. Con el tiempo, si la raza humana tiene un futuro entre las estrellas, es probable que sea recordado como una de las personas más importantes del siglo XX. (...)

  

Una de las numerosas ironías del programa espacial estadounidense es que, aunque tenía el propósito de demostrar que su sistema de libertad  e individualismo era superior al comunismo, solo pudo superar los logros de un obstinado genio ruso por medio de un proyecto estatal sumamente caro.

Extraído, como en la anterior entrada  de "Historia alternativa del siglo XX. Más extraño de lo que cabe imaginar." de John Higgs. Traducción de Mariano Peyrou.  


* Añadido:  Al leer eso he recordado algo relacionado con lo que se cuenta al inicio de esta entrada: 


"Sin embargo, la detención más común era la que tenía lugar en la casa de las personas a altas horas de la noche. En las épocas de arrestos masivos, se generalizó el miedo a la «llamada a la puerta» a medianoche. Un antiguo chiste soviético recoge la terrible ansiedad que Iván y su mujer Masha experimentaban cuando alguien llamaba a la puerta y su alivio al saber que solo era el vecino que acudía a informarles de que el edificio se estaba incendiando."   Extraído  de "Gulag. Historia de los campos de concentración soviéticos" de Anne Applebaum. Traducción de Magdalena Chocano.

martes, 6 de septiembre de 2016

LUNÁTICA CARRERA ESPACIAL I

Hitler pensaba que el V-2 era un arma que podía acabar con la moral de la resistencia británica, cosa que no había conseguido con sus bombardeos aéreos anteriores. Probablemente habría sido así si lo hubieran empleado en un momento previo, en vez de durante el desenlace europeo, cuando los rusos se acercaban a Berlín mientras los aliados avanzaban desde el oeste. Los V-2 que se usaron contra Inglaterra se cobraron un peaje psicológico en la población mucho más importante que el de los bombardeos de 1940 y 1941, en parte porque la gente ya estaba agotada por la guerra. Los ataques anteriores de la Luftwaffe contra ciudades como Coventry, Belfast y Londres habían hecho que se incorporaran a la vida ciertos rituales. Estos comenzaban con el lamento de las alarmas antiaéreas, que anunciaban el zumbido cada vez más fuerte de los bombarderos acercándose. Entonces la gente se metía en los refugios antiaéreos hasta que, al final, sonaba una señal que indicaba que el peligro había pasado. Los británicos habían demostrado ser extraordinariamente capaces de adaptarse a la vida siguiendo esos rituales. Pero los V-2 eran silenciosos. Eran indetectables durante el vuelo e imposibles de abatir. Podían caer en cualquier sitio en cualquier momento, por lo que la población de las ciudades pasó a estar permanentemente nerviosa y atemorizada. (...)

(...)  Para Von Braun, todo esto eran contingencias que surgían mientras trataba de convertir sus sueños de infancia en realidad. El objetivo de Von Braun, como el de Jack Parsons, eran los vuelos espaciales. Pertenecía a una familia acomodada de Berlín y de niño había estudiado la Luna a través de un telescopio y había
atado unos cohetes a su kart. Pero los vuelos espaciales parecían un sueño tan delirante en la Alemania de antes de la guerra como en Estados Unidos. Nadie con capacidad de decisión se los tomaba en serio y, desde luego, nadie estaba dispuesto a financiarlos. Su única opción era mantener su sueño oculto mientras trataba de acercarse a él por medio del único camino posible: la investigación armamentística.

Von Braun no dio muestras de estar demasiado preocupado por la moralidad de este camino. Se unió al partido nazi en 1937 y a las SS en 1940. Fue ascendiendo años tras año hasta que alcanzó el rango de Sturmbannführer de las SS. Después de su fructífero encuentro con Hitler, supervisó la producción de su cohete V-2 en Mittelwerk, una fábrica construida bajo tierra para protegerla de los bombarderos aliados. Mittelwerk consistía en unos 65 kilómetros de túneles que unos esclavos habían cavado en la roca. La descripción del estado de estos esclavos cuando fueron liberados por las fuerzas estadounidenses en 1945 es desgarradora. Más de 20.000 murieron construyendo la fábrica y los V-2. Era habitual que se produjeran ahorcamientos en masa, y todos los trabajadores tenían que ser testigos de ello obligatoriamente. En general, lo que se hacía era elegir a doce personas de manera arbitraria y colgarlas de grúas por el cuello,  para después dejarlas colgando allí durante días. La muerte de trabajadores esclavos por inanición era algo deliberado, y cuando no había agua potable se les hacía beber de los charcos. La disentería y la gangrena eran motivos frecuentes de defunción. Hay documentos que explican que los liberadores no consiguieron quitar el hedor a muerte de los túneles pese a usar desinfectantes muy fuertes.


Von Braun se dedicó personalmente a conseguir mano de obra esclava en algunos campos de concentración como Buchenwald. Diez años más tarde, se encontraba en Estados Unidos presentando programas infantiles en Disney Channel, tratando de lograr un mayor apoyo público a la investigación espacial. Von Braun estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de convertir su sueño en realidad.

El viaje de Von Braun desde las SS hasta Disney Channel estuvo lleno de dificultades. Como era el mejor diseñador de cohetes de la historia, los ejércitos ruso, británico y estadounidense lo consideraban una especie de premio. 







Extraído del recomendable  "Historia alternativa del siglo XX. Más extraño de lo que cabe imaginar." de John Higgs. Traducción de Mariano Peyrou.



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