- En un momento estará con usted, señor Iwerks. Si no le importa esperar unos minutos....- dijo la secretaria.
No le importaba. Se sentó en una de las sillas de la sala, sacó un pequeño cuadernillo y comenzó a hacer garabatos para entretenerse.
Aunque no había perdido su habilidad para el dibujo, sabía que no estaba al mismo nivel que los animadores del estudio, que ya no era como los viejos tiempos en los que él era el maestro. Esto no le preocupaba, ese campo de la animación había dejado de interesarle.
A pesar de lo mal que pudiera estar en su situación económica, había decidido no volver a dibujar. No tenía intención alguna de volver a empezar como animador, y aprender las nuevas técnicas del oficio. Eso sería una pequeña humillación, y esperaba que Walt así lo entendiera.
Ub pensaba que podía trabajar en el campo de la fotografía. Además de su habilidad para el dibujo, siempre había tenido una extraña facilidad para todo aquello relacionado con la imagen y la técnica cinematográfica, cosa que Walt sabía perfectamente, por lo cual, alguien como él podía hacer mucho en el departamento de efectos especiales, y pensaba que su proposición no debaja de ser beneficiosa para la empresa.
Así era como tenía que hacérselo ver, y con esa idea en mente se había atrevido a llamarle por fin. Antes de hacerlo, Ub pasó muchos días indeciso, con miedo al rechazo o a una negativa por parte de su antiguo amigo, a que pudiera colgarle sin oír su propuesta. Pero Walt había respondido cordialmente y aquella llamada le había llevado hasta alli, donde garateaba el rostro de Flip en una hoja de su cuaderno.
Hacía ocho años que se había ido, y deseaba olvidar las frustraciones sufridas y empezar de nuevo. Ub sabía que para Walt había sido una traición que le dejara para crear su propia compañía. Era cierto que tenía un buen porcentaje en las acciones de Disney, y que Walt le pidió que no se fuera. Pero ¡qué demonios! Tenía que intentarlo. Fue una lástima que no funcionara, que ni la rana Flip, ni Willie Whoper hubieran tenido el éxito esperado, y que se viera obligado a cerrar los estudios Ub Iwerks siete años después, con más deudas que beneficios.
Mientras no dejaba de pensar en todo esto, Ub sabía en el fondo de su corazón que nada de lo que dijera contaría mucho en ese momento para Walt. Ni su habilidad técnica, ni lo que pudiera hacer en la empresa. Serían los años pasados junto a él los que decidirían finalmente la cuestión.
Y no era sobre esos últimos ocho años sobre los que tenía que hablar con Walt. Hacía más de veinte años que se conocían, y casi esos mismos veinte desde que se unió a Walt y a su hermano Roy en la búsqueda de un sueño común. Después de todo, tenían infinitos recuerdos y vivencias más alegres en las que poder detenerse.
Ahora esperaba que Walt recordara esos buenos momentos.
Como cuando Ub le acogió en su casa en los tiempos en los que estaba sin blanca, o cuando Charles Mintz les robó al conejo Oswald y a gran parte del equipo en 1924, y él siguió con ellos. Que recordara cuando Ub creó por completo a aquel ratón, desde sus orejas hasta los zapatos, dibujando practicamente él solo todo su primer cortometraje. Que recordara las risas que compartieron mientras ideaban los gags para las primeras historias del ratón, de aquel maldito ratón al que Ub había dado vida y que nunca le había reconocido como padre.
Porque Walt terminó siendo el padre y la madre. Walt, que después de lo que había ocurrido con el conejo Oswald aprendió muy bien la lección y se hizo dueño del ratón, dueño legal, dueño en cuerpo y alma. Y Ub sabía que Mickey pertenecía a Walt, que tenía su misma voz.
La frustración subió a su garganta, y Ub arrancó el papel del cuadernillo, lo arrugó, y se lo metió en el bolsillo. Pensó en salir, en marcharse y olvidarse de todo lo que rodeaba a aquel lugar, pero no lo hizo. No podía hacerlo. Pasó una hoja de su cuadernillo y comenzó a dibujar de nuevo. Entonces, la secretaria se levantó.
- Puede usted pasar, señor Iwerks. El señor Disney le espera- dijo.
Ub guardó el cuadernillo y el lápiz y se levantó. El ratón esperaba tras la puerta.
3 comentarios:
esto está muy bien.
Gracias, anónimo. Podría decirse que es casi un cuento "informativo".
Sí, realmente bien.
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