viernes, 20 de noviembre de 2009

FRANZ MARC. NO SÓLO UN CAMBIO DE ESTILO.

Franz Marc (1880-1916) es un pintor alemán que la verdad sea dicha no es uno de mis artistas favoritos, aunque tiene algunos cuadros que están bien.
La temática de toda su obra gira alrededor del mundo animal, si bien evolucionando de un figurativismo más o menos convencional (pero lleno de color), experimentando con los colores y las formas geométricas hacia el expresionismo. Al final, más que por la representación animal, Marc está más interesado en las posibilidades cromáticas de su obra.

De todas formas, si lo traigo aquí no es por su labor artística, sino por otro motivo.
Tengo algunos libros de la colección Taschen sobre pintores... y claro, esos libros siempre los cogía por las imágenes. Creo que he leído todos los que pillé (algunos mejores, otros peores)... pero si los vuelvo a sacar alguna que otra vez de la estantería, es sólo para mirar las ilustraciones.

Pero lo cierto es que en el caso de Franz Marc (y sin menosprecio alguno de su obra artística) encontré más interesante algo que contaba el texto (sólo una pequeña anécdota, podríamos decir) que las imágenes que contenía el libro.

A Marc le pilló la I Guerra Mundial y la autora del texto (Susanna Partsch) nos cuenta que los motivos que movieron a Marc a presentarse voluntario a la guerra y a aprobarla, eran de naturaleza idealista. Lo cierto es que esto es algo que debió ocurrírle a muchísima gente en la I Guerra Mundial, que iban a ella sin saber muy bien qué se iban a encontrar, imbuídos de un espíritu romántico, que no tenía nada que ver con el amor.

Marc hablaba de un sacrificio de sangre de la comunidad de los pueblos que purificaría el mundo. La idea de que podría haber habido intereses económicos la rechazaba de plano, creía que la guerra era una guerra civil, contra el enemigo interior e invisible del espíritu europeo.

Marc escribió desde el frente cartas a su mujer contándole todas estas ideas. Estas cartas fueron publicadas en un libro, Cartas desde el campo de batalla ( 1920) que tuvo bastante éxito, y que no contenían las cartas de respuesta que también le enviaba su mujer, y que no acababa de ver que aquella guerra fuera tan bonita.

Ni siquiera la muerte de su amigo y también pintor Macke (alistado al igual que él voluntariamente) consiguió modificar la opinión de Marc, que escribía en sus cartas: "El sacrificio de sangre que la naturaleza exige de los pueblos en las grandes guerras, les lleva a un entusiasmo trágico, sin remordimientos. La comunidad humana se da la mano con fidelidad y lleva la pérdida con orgullo bajo los sonidos de la victoria."

Pero claro, unos meses en las trincheras y pasando aquella guerra modificaron un poco los contenidos de sus cartas.
Así, a la mujer de Macke le escribió diciendo que la guerra era "la caza de hombres más ruin a la que nos hemos dado.".

Y con su mujer fue más preciso: " El mundo se ha enriquecido con el año más sangriento de su existencia de muchos milenios. Es horrible pensar en ello: ¡y todo por "nada", por un malentendido, por la falta de entendimiento humano con el prójimo! ¡Y esto en Europa! Hay que aprender realmente de nuevo, pensar de otra manera, para superar esta monstruosidad de la "psicología de la acción" y no sólo odiar, maldecir y mofarse o llorar, sino buscar las causas y... formar "ideas contrarias".

Según cuenta Parsh, el 4 de marzo de 1916 Marc fue abatido durante una patrulla de reconocimiento, y ese mismo día su mujer recibía su última carta:
"...Sí, este año volveré a mi querido hogar, a ti y a mi trabajo. Entre las horribles e interminables imágenes de destrucción entre las que vivo, ese pensamiento de volver a casa tiene una especie de nimbo, que no se puede describir de modo suficientemente hermoso."



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Toda la literatura de la Gran Guerra se basa en la desilusión y la ironía, porque es una guerra de la que se tenía muchas ganas, entre la gente normal y entre los intelectuales de todas las tendencias. El estado mental de 1914 es casi incomprensible desde nuestra mentalidad moderna, que tira claramente a lo pacifista y antibelicoso.

Enhorabuena por el blog.

Se suele poner el énfasis en lo "absurdo" de esa guerra y en los intereses imperialistas que la provocaron. Escuece un poco más recordar que aquellos europeos tuvieron justo lo que pedían a voces.

Resulta curioso recordar que el comienzo de la segunda guerra no fue bien recibido ni en la Alemania nazi, donde la gente dio un suspiro y murmuró "en fin, allá vamos..." Sólo se pusieron más contentitos cuando entraron en París...

David dijo...

Totalmente de acuerdo con lo que dices, anónimo.
Pienso de forma muy parecida.
Y las cartas de Marc creo que son fiel reflejo de cómo veían la guerra (antes de "participar") muchos europeos. Con la segunda, no sólo tenían más claro las consecuencias que este tipo de cosas suelen acarrear, sino que también se perdió aquella imagen falsamente romántica e idealista que tuvo la primera.

lughnasad dijo...

Comparto esa idea del romanticismo, algo que no acabó en la Gran Guerra. La Guerra Civil Española puede ser la última guerra romántica, sobretodo, por la juventud de antifascista europea.
Algo parecido a lo Marc se puede ver en esa maravilla de película que es Sin novedad en el frente. Los chicos que se pelean por ir al frente a defender a su país y la cruda realidad de la guerra los despierta a todos. Al menos Marc se dio cuenta del error y no como otros (Truman).

Blue dijo...

Vine aquí porque vi en tu última entrada ese cuadro de Marc tan conocido y me entró curiosidad por saber que decías de él, ja, ja.
Desconocía su historia personal y me gustó. Con reservas por lo que tiene de triste, claro.
;-)

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