viernes, 27 de noviembre de 2009

EL PADRE DE KATHARINE HEPBURN.

Antes de escribir en 2001 la magnífica biografía Tras la pista de John Ford, Joseph McBride ya había escrito en 1992 otra biografía que siento decir que no he leído (pero os aseguro que acabaré leyendo) titulada Frank Capra: La catástrofe del éxito.

El libro de McBride contradecía muchos de los datos de la autobiografía del director, Frank Capra El nombre delante del título (que sí he leído).

Es más que probable que Capra adornara muchos detalles de su vida. Su biografía se lee y disfruta como una más de sus películas, y Capra proyecta una imagen muy positiva de sí mismo, pero para mí resultó curioso saber que su primera intención no había sido esa.
Capra escribió un primer manuscrito de 92 páginas titulado "Voces nocturnas"  que finalizaba con su muerte tal y como la imaginaba: un alcohólico olvidado en un bar de Los Angeles.

Un amigo de Capra pensaba que ese manuscrito era masoquista, y que el director se autocastigaba recordando todas las humillaciones que había sufrido en esos últimos años. Este amigo le animó a que cambiara el enfoque de su autobiografía, a que diera énfasis a lo positivo, a sus logros... Y eso fue lo que acabó publicándose. Frank Capra: El nombre delante del título.

Pero más allá de lo cierto o incierto que haya en el libro de Capra, cuenta cosas que merece la pena conocer. Como por ejemplo, esta anécdota por boca de Spencer Tracy (la traducción es de Domingo Santos):

"(...) dijo el travieso
Tracy con un gran guiño-. La primera vez que me invitaron a casa de Hepburn en Nueva Inglaterra... ¿una casa?, ¡una mierda! ¡Un palacio! Ocupando media isla y mirando a una playa privada vallada de kilómetro y medio de largo. Bueno, ya conoce a Madame Que-Hace-El-Bien. Hará una donación para el Comité para la Protección de las Bocas de Incendio. Desfilará por los derechos civiles de los perezosos de tres dedos. ¿Y sabe una cosa? Su familia son todos unos locos más grandes que ella. Ya sabe... aristócratas de la ultraliberal Nueva Inglaterra que pierden el culo por la gente pobre, muy pobre, pero nunca la ven.

"Mire su padre. Un gran médico. No dejan que las cartas de caridad circulen por el correo de Nueva Inglaterra, a menos que su nombre esté en el membrete. Y su madre ayuda a Margaret Sanger con las jóvenes que han quedado embarazadas.. -¡ Spence! Eres horrible- interrumpió Katie-. Mamá ayuda con el control de natalidad...- De acuerdo, mamá ayuda a las jóvenes a que las embaracen. Y los seis chicos mayores Hepburn poseen sus propias especialidades sociales preferidas. ¡Vaya clan! Bueno, en la cena mi cabeza estaba así de grande. ¿Puede imaginar escuchar a ocho Hepburn hablando a la vez sobre los negros, los barrios bajos, los puertorriqueños, el aborto, los sin hogar, los hambrientos? Así que me levanté y dije: " Si no les importa, saldré fuera para colgar la lámpara al lado de la puerta de oro." Y salí al porche en busca de algo de paz y para contemplar el atardecer."La playa estaba vacía. Tenía que estar vacía con aquellas cercas de alambre espinoso a cada lado. Y vi a un tipo, con una caña de pescar, un hombre pequeño, que se arrastraba a través del alambre espinoso a unos ochocientos metros de distancia, tan lejos que sólo era un punto. "¡Hey!", llamé a los de dentro. "Será mejor que pongan otro plato a la mesa. ¡Aquí viene uno de sus pobres con la esperanza de comer algo gratis!""El viejo Hepburn salió corriendo con fuego en los ojos. "¿Dónde está?" Señalé hacia la cerca. El señor Hepburn decolgó un megáfono de la pared del porche y corrió a la playa gritando: "¡Esto es una propiedad privada! ¡Está usted invadiéndola! ¡Salga inmediatamente de esta playa o le llenaré el culo de perdigones! ¡Fuera!!"El pobre viejo pescador volvió a meterse en el alambre espinoso y echó a correr por su vida, playa arriba, arrastrando trozos de alambre espinoso por sus piernas. Papá Hepburn colgó el megáfono y me dijo: "Cada vez es más difícil conseguir algo de intimidad. Al menos dos veces a la semana alguien intenta arrastrarse por esa cerca y entrar en nuestra propiedad." Y volvió a meterse dentro y a unirse a la acalorada discusión familiar acerca de los derechos de los pobres...

Añadido: Entre los libros que el destino puso en mis manos en la planta de reciclaje se encuentra el de las memorias de la nada ególatra Hepburn: Katharine Hepburn ME Stories of My Life (sí, me cayeron bastantes títulos en inglés)... Cuando la lea, os diré si menciona algo relacionado con este suceso.

3 comentarios:

Jaime Sirvent dijo...

Cuanta hipocresía junta, increíble.

David dijo...

Pues sí. Yo la verdad es que me meé cuando leí esto en el libro de Capra (gran regalo de mi mujer)... y cuando vi la escena de El aviador en la que sale la "familia" Hepburn, me acordé de nuevo de ella.

Jaime Sirvent dijo...

Es verdad, aunque me ha pasado al revés, al leer tu post me he acordado de El aviador.

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