martes, 2 de marzo de 2010

EL APEADERO

Antes vivía cerca de un apeadero. Y no es que fuera un apeadero maldito ni nada de eso, pero la gente lo utilizaba frecuentemente ... dos o tres veces al año...para suicidarse. A veces, chavales de quince años. Yo no es que viera ningún muerto en las vías, ni el momento en que ocurría, pero siempre que tomaba el tren, veía las flores que dejaban los familiares. Siempre había flores. Siempre. Y una de las veces, al día siguiente de que una persona se suicidara, mi abuela vio el resto de unos dientes pegados en las escaleras del tren todavía. Mi abuela se quejó en casa con razón. Podían haberlo limpiado mejor por lo menos.


AÑADIDO:
Aviso para el lector desprevenido.
Esto no es un cuento, o un relato, aunque así pudiera parecerlo.
Lo que habéis leído es la transcripción más o menos fiel, en la medida en que mi memoria me lo permitió, de lo que alguien me contó en cierta ocasión.
Este breve recuerdo biográfico, si así puede definirse, me dejó tan perplejo que, tras pedir permiso a su portador para transcribirlo, consideré que merecía ser contado del mismo modo, sin añadidos que pudieran darle una engañosa apariencia de ficción.

22 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

jolines, escalofriante. Encima hoy que he leído que el número de suicidos en españa al año es superior al de víctimas mortales por accidentes de tráfico.
Tremendo.

Ichi dijo...

He recordado:
Este verano, o el anterior esperaba a una amiga en la estación de Vitoria. Llegó con una hora de retraso. Cuando bajo del tren se puso en la cola para que le devolvieran parte del importe, pues si pasan de los 50 minutos, hora de llegada, creo que te devuelven parte del precio del importe del billete o algo así. No se lo devolvieron.
Pregunté: ¿Y eso?
Respuesta: Ha sido por un suicidio, y los de renfe, en estos casos no se hacen cargo.

Después, silencio.
Nada de preguntar por el viaje.

Marcos Callau dijo...

Desde luego, es impactante. Lo de los dientes no tiene desperdicio. La fotografía también me ha gustado mucho. Me ha recordado a las vías del tren de Canfranc que, pasado este pueblo, se pierden por los senderos de los bosques del pirineo y de ellas brotan hierbas y plantas... es decir: se abre camino la vida en plena vía muerta. Me hice una fotografía situándome acostado de un lado a otro de la vía como si me fuera a suicidar. Fue una buena foto.

ANRO dijo...

El apeadero maldito. Menos mal que en Canarias no tenemos apeaderos. Siempre me han dado un poco de aprensión. Mi hijo se quedó un día en uno de estos apeaderos en Japón por despiste. Viajaba solo y se había bajado por equivocación. Durante cuatro o cinco horas vivió con angustia la posibilidad de quedarse allí, en medio de ninguna parte y sin poder comunicarse con nadie porque no encontró quien hablara inglés. Por suerte un tren volvió a pasar y lo llevó a su destino final. Sudó lo suyo y yo cuando me lo contó. Eran sus tiempos de mochilero.
Un abrazote.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Terrible. Esto es mucho peor que el suicidio cinematográfico de Greta Garbo en el papel de Ana Karenina. Aquel suicidio era triste y hermoso, porque era falso. Los suicidios reales son terribles, y los que tienen lugar en apeaderos me parecen doblemente terribles.

Como dice Mr. Lombreeze, el que España sea uno de los países de Europa con mayor número de suicidios debería hacernos pensar en la clase de país que tenemos.

Anónimo dijo...

Es verdad, parece que sólo se suicidaban los suecos. Y ahora ya ves.

Nemo dijo...

Vacía el correo, querido, vuelves a estar atascado.

Blueberry dijo...

Pues parece totalmete real. A los que nos toca con relativa frecuencia ver ese tipo de cosas podemos decir que la muerte es de todo menos bonita, y los suicidios, todos espectáculos horrendos.

Crowley dijo...

Jo, David. No sé qué es más estremecedor. La foto, el suicidio en sí o el hecho de los vestigios de lo que otrora fue un ser humano esparcidos y olvidados por unas escaleras. Lo cierto es que lo de los suicidios es mareante y en paises, como Japón, está a la orden del día.
Un abrazo

X dijo...

Jo (der) David, estás para levantar el ánimo a cualquiera...

Josep dijo...

Pues anda que...

En una ocasión, yendo a un restaurante a cenar con un numeroso grupo, me encontré con uno de los comensales cabe la vía del tren -que había que cruzar sí o sí-, ocupada en levantar el cadáver de un suicida: la pobre Juez esa noche no vino a cenar y eso que la esperamos un ratito largo...

La vida te da sorpresas, dice la canción...

Saludos.

Bruja Truca dijo...

En Sevilla abrieron el metro hace relativamente poco tiempo y es imposible que nadie se acerque a las vías porque han puesto dobles puertas. Es decir, mientras el metro no venga hay unas puertas de cristal como las que tiene el propio metro que permanecen cerradas hasta que venga el susodicho y cuando quieres entrar al metro tienes que abrir las dos puertas, las del metro y las de fuera. ¿He dicho la palabra "metro"?
Pues eso, y además me parece genial, no tanto por los suicidios, que puede haberlos, sino por caídas accidentales o empujones no tan accidentales. Que se ha visto que hay gente pa tó.
Saludos.

CINEXIM dijo...

Creo que la buena señora tenía razón. ¿Y si en vez de el resto de un diente hubiera sido el de un globo ocular mirándote fijamente desde la escalera del tren?


Un saludo!!!

Anónimo dijo...

Por diferentes circunstanzzias de la vida, he conozzido algunos suizzidas.

En algunos casos, eran personas brillantes, con la cabezza muy bien puesta y que por su posizzión profesional podían ayudar a las personas.

Fue una opzzión. Hay seres humanos a los que no les gusta lo que ven y tienen la capazzidad de lucha mermada.

En fin, no me quiero poner circunspezzta.

Saludos, David

WODEHOUSE dijo...

Pues si es durisimo todo el relato, mucho. Pero por otro lado me gustan las historias aurtobiográficas de los blogueros, yo tengo muchas que contar pero me da como apuro pues creo que a nadie le interesarían. Historias raras de una gran ciudad, como el día que me atracaron con un cuchillo en el metro o cuando una vieja me escupió a la cara un lapo en el andén del metro. me quedé muerta!. Las historias del metro son las que más juego dan.

Scotty dijo...

Qué historia tan macabra. Corta pero contundente, directa y sin rodeos. Nada de adornos literarios. Es ésto, es así y ya está. Periodismo puro.

Anónimo dijo...

es curioso el miedo que se le tiene a la muerte, que siempre tiene que ser por causas naturales, es lógico que no teniendo derecho a decidir libremente sobre nuestra vida, mucho menos tengamos derecho acabar con ella cuando no podemos más, pero cuando ves la sucia cara de la muerte de cerca todo cambia y te empiezas a dar cuenta de que por mucho que lo barnicemos el solo tenemos la vida y nada más y nuestra es para bien o para mal.

Nino dijo...

Hola, David
ayer mismo viví la realidad de un suicidio.
soy de los que creen que hay pocas cosas tan difíciles como saber cuándo poner el fin a algo.
Viva la vida

atikus dijo...

Es duro, pero los lugares "destinados" al suicidio, dan escalofrios, en Madrid recuerdo el Puente de Segovia por ejemplo que lo terminaron por acristalar por los lados ...no sé si la "tradición" induce a más suicidios, elcaso es que sitios malditos los hay.

Da que pensar que los paises civilizados tengan mas suicidios.

Saludos

William De Baskerville dijo...

Un olvido terrible. Una queja razonable.

Kinezoe dijo...

No encuentro el adjetivo idóneo para calificar esta entrada. Espeluznante, tal vez, podría servir...

Saludos.

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