“Mad Max: Fury Road ” es otro escalón en la
curva ascendente de la carrera de Tom Hardy, el actor británico que parece destinado
al megaestrellato en los próximos años.
Hardy tiene planta, carisma, y es tan
obsesivo a la hora de meterse en sus papeles como un joven De Niro; puede transmitir furia animal
y delicadeza en un mismo plano y, quizá lo más importante, ha sabido elegir
bien sus últimas películas. A nadie que haya visto su trabajo
en “Bronson”, “El Topo”o “Locke” le habrá sorprendido demasiado cómo se ha
apropiado sin esfuerzo de un papel que en su día pareció inseparable de la
figura de Mel Gibson.
No, lo sorprendente de la nueva película Mad Max es que, extraordinaria como es
la interpretación de Hardy, queda relegada a un segundo plano por la energía de
CharlizeTheron como
Imperator Furiosa.
“Nunca envíes a un
hombre a hacer el trabajo de una mujer”
Es una tendencia en el cine y la televisión contemporáneos
que cada vez haya más personajes femeninos que toman las
armas y participan en la acción. En ocasiones la voluntad de defender una visión más igualitaria
de las relaciones entre sexos es clara por parte de los guionistas.
Otras veces, en cambio, este nuevo perfil batallador de los
personajes femeninos se adivina más superficial, una concesión a la mirada
masculina, del mismo modo que muchos jugadores masculinos adoptan avatares
femeninos en los videojuegos, no como una exploración de roles sexuales
alternativos, sino por el deseo de tener a la vista un trasero femenino
mientras matan zombies o nazis. Las heroínas de acción de estas
películas se convierten en una versión más o menos sofisticada de esos vídeos
que combinan chicas y armas, como se veía en “Jackie Brown”de
Tarantino.
“El problema de
Trinity”
¿Cómo podemos distinguir los personajes genuinamente
igualitarios del “eyecandy”? Bueno, lo mejor es mirar a las historias, y al
papel que juegan esos personajes femeninos en ellas. No estoy diciendo que el protagonista de una
historia deba ser una mujer para que la narración presente una visión
igualitaria de las relaciones entre sexos. Claro que no. De lo que se trata es
que los personajes femeninos sean tridimensionales, de que tengan unos deseos y
unas necesidades completamente independientes de los del protagonista
masculino. Que no sean un mero mecanismo narrativo para subrayar lo “flipante” que es el
héroe. Y esto, por desgracia, es menos frecuente de lo que podría parecer.
Un rol habitual de las mujeres en estas pelis de acción es
el de la “guapa instructora”, o lo que se ha llamado “el problema de Trinity”,
en alusión al personaje de Carrie-Ann Moss en "Matrix".
La narración nos presenta a una mujer dura como los clavos y
extremadamente buena en lo suyo, sea disparar, hackear ordenadores, dar
mamporros o atacar bases secretas nazis. Sin embargo, antes de que acabe el
primer acto aparece el héroe, siempre un hombre, a menudo ingenuo e inexperto
en su oficio. El héroe es gallito, quizá incluso machista, pero en su primer
intento fracasa. Ja-ja, superado por una mujer. El héroe se retira humillado,
pero ella ha visto algo en él. Una chispa de potencial. Así que lo toma del
brazo y le anima a seguir el aprendizaje.
Y oye, la cosa cunde, porque siempre, en un tiempo
ridículamente breve, el héroe espabila y desarrolla su potencial, hasta el
punto de superar a la mujer que hasta entonces le había dado diez mil vueltas.
La mujer, por su parte, sonríe y acepta su posición subordinada sin rechistar.
Y ahora que él lo hace todo mejor que ella, por fin pueden acabar juntos en la
cama.
Este orden de cosas es justificado a menudo como una
aplicación del esquema narrativo del “Viaje del
Héroe”, en el cual la mujer encarna el arquetipo
del Mentor, que guía al héroe en los primeros pasos de su viaje, pero llegado
un momento no puede ayudarle más, y como personaje se convierte en
prescindible. Salvo como interés amoroso del héroe, al que se entrega tras su
triunfo, como si de un trofeo se tratase.
El Viaje del Héroe
Como es sabido, el Viaje del Héroe es una versión super-simplificada
de las estructuras narrativas descubiertas por Propp, Campbell y otros
estudiosos de los cuentos tradicionales, y que Hollywood abrazó como
herramienta para evaluar si una historia determinada tenía potencial comercial.
Estos estudiosidentificaban una serie de arquetipos que
cumplían funciones específicas en las historias. Estaba el héroe, el guardián
de la puerta, la sombra, el embaucador, etc… y aparecían en determinadas fases
de la narración (El Mundo Cotidiano, la Llamada de la Aventura, el Cruce del
Umbral…)
En teoría, el esquema se puede aplicar a cualquier historia,
ya sea un melodrama, una comedia, o un drama psicológico, pero el género donde
más naturalmente encaja el Viaje del Héroe es el de aventuras y acción.
Peligro: ¡Spoilers en
la carretera!
La trama de “Mad Max: Fury Road” sigue
el esquema del Viaje del Héroe hasta límites insospechados. En primer lugar, es
literalmente un viaje, el del Camión de Guerra que conduce Furiosa. Ésta
abandona el Mundo Cotidiano en el momento en que desvía el Camión de su curso
original. A continuación siguen distintas pruebas y peligros, incluidos el
cruce de dos umbrales, uno simbólico, la tormenta tóxica, y otro literal: la
arcada rocosa custodiada por un “guardián”, la tribu de los motoristas, que
intenta impedir el avance del vehículo. Superado este obstáculo, Furiosa y su
carga se adentran en el abismo, las tierras desoladas donde reinan las bandadas
de cuervos. El abismo da paso a la revelación de que el paraje verde, el hogar
al que intentaba regresar Furiosa ya no existe. A este momento más oscuro,
donde Furiosa y sus compañeras parecen a punto de inmolarse en un viaje suicida a través del desierto,
sigue la decisión de dar la vuelta y regresar por donde han venido, para
reconquistar la fortaleza/oasis donde el villano de la historia, Immortan Joe,
tiene su base de operaciones. Así, el tercer acto nos presenta el tradicional
viaje de vuelta al mundo cotidiano, durante el cual se produce la muerte y
resurrección ritual que consagra al protagonista como un verdadero héroe, en
este caso el momento en que Furiosa se desploma exangüe, y Max cumple al fin voluntariamente
su función de bolsa de sangre con patas. Una vez Furiosa vuelve del otro lado, se
alcanza el último tramo del viaje, el retorno a casa con el regalo de la diosa
(las semillas de plantas y las mujeres ahora libres), y el bálsamo que cura el
mundo (el agua, ahora accesible a todos).
“What a day… What a lovely day!”
A todo esto, ¿no es una delicia ver una película de acción
trepidante que respeta las tres unidades aristotélicas de acción, lugar y
tiempo?
“Max. Me llamo Max.”
Como apunta nuestro resumen, el héroe nominal de la
película, Mad Max, no es el protagonista de la historia. O al menos, no el único. Él también sigue su propio Viaje del
Héroe a lo largo de la historia, con fases perfectamente reconocibles, como el
rechazo de la llamada a la aventura (cuando está a punto de largarse con el
camión y dejar empantanadas a Furiosa y las criadoras fugitivas), la aceptación
de la llamada (cuando empieza a pelear por el bien común, no sólo por su propia
supervivencia), etc. Max cumple las funciones del compañero del héroe, al que
ayuda en su viaje, y de mentor (cuando le aconseja volver y tomar la fortaleza
de Immortan Joe.
Se puede argüir que la película presenta un héroe dual,
puesto que a partir de cierto momento Max y Furiosa comparten el mismo objetivo
durante el resto de la película.Pero el relato de cómo el mundo de opresión de
Immortan Joe es destruido y vuelto a reconstruir por
las mujeres comienza y acaba con Furiosa. Sin Max, la historia seguramente
acabaría en desastre para las fugitivas. Sin Furiosa, no habría ninguna
historia que contar.
La voz de los
disidentes
Como siempre que surge la discusión sobre la igualdad de
género, el papel de la mujer en el cine de acción también se ha convertido en
un campo de batalla, librado con ferocidad por los foros de internet. Hablemos
de cómics, de videojuegos o de cine de acción, la dinámica es familiar: un
género tradicionalmente exclusivo de, por y para hombres se abre a la participación de
las mujeres tanto en los equipos creativos como en los contenidos. Los viejos
consumidores (y a menudo también algunos creadores) se alzan en armas para
protestar contra esta invasión, que según ellos amenaza con mutilar y degradar
los principios fundamentales de su querido género. “¿Es
que no hay nada sagrado?”, se preguntan angustiados los guardianes de las
esencias.
En el caso del cine de acción, las objeciones suelen seguir
tres líneas principales:
1. La denuncia de lo Políticamente Correcto
Tachar a algo o alguien de Políticamente Correcto se ha
convertido en el beso de la muerte, las palabras mágicas que ponen en
entredicho todo lo que pudiera afirmar el rival en una polémica cultural. Por
una curiosa coincidencia, estos perversos defensores de la corrección política
suelen ser quienes exigen que en películas, series o libros aparezcan más
mujeres en papeles significativos, que la sexualidad de los personajes gays no
sea su único rasgo identificativo, que en las narraciones aparezcan personajes
de etnias variadas y que éstos no queden relegados a estereotipos clásicos,
como el inmigrante indefenso, el traficante, el criminal de poca monta, el
secundario con el acento gracioso.
Todos los estudios estadísticos de la presencia de estas
minorías en las narraciones audiovisuales arrojan cifras escandalosamente
bajas, que a menudo no llegan a los dos dígitos.
Y sin embargo, en un claro
ejemplo de DoblePensar, los defensores del viejo orden de cosas denuncian
sentirse oprimidos por la tiranía de lo Políticamente Correcto, como si todo el
cine y televisión que se produce hoy día estuviera lleno de gays y asiáticos y
afroamericanos y, dios mío, sí, de MUJERES.
2. El argumento historicista
Este argumento denuncia que contar historias ambientadas en
el pasado donde los personajes femeninos no se comportan siguiendo los roles
tradicionales de pasividad y sumisión a las figuras masculinas es una grosera
tergiversación y una traición a la historia.
No puede haber mujeres guerreras porque no las hay en los relatos
tradicionales. No puede haber mujeres vikingas, mujeres piratas, mujeres
artistas, mujeres que lideraron tropas en el campo de batalla, mujeres que
lucharon en guerras famosas, mujeres que estudiaron medicina, mujeres
científicas, mujeres pioneras del oeste, mujeres exploradoras o mujeres
detectives, porque novelas, poemas, y relatos históricos no hablan de ellas.
Sólo que resulta que narraciones y pruebas arqueológicas sí
recogen casos famosos de mujeres que realizaron tales actividades a lo largo de
la historia, pero que en muchos casos quedaron fuera de las fuentes oficiales o
relegadas a notas al pie de página por unos autores que, en una abrumadora
mayoría,eran hombres pertenecientes a culturas que defendían el papel
subordinado de las mujeres en la sociedad, y por tanto no sentían el menor
interés en dar a conocer esas figuras femeninas alternativas.
A esto hay que añadir que una regla no escrita de los dramas
históricos es que a través de su recreación del pasado deben arrojar luz sobre
algún conflicto del presente. De otro modo se convierten en un mero ejercicio
académico o algo peor. Contar historias sobre mujeres del pasado que no aceptan
dócilmente su papel no tiene por qué ser una traición a los hechos, si sirve
para poner de manifiesto que las mismas batallas se siguen librando con matices
en nuestro avanzado siglo XXI.
3. El argumento biológico
El biológico es el argumento más querido por los defensores
de dejar el género de acción como estaba. Resumiendo, la postura es: “Puesto
que la diferencia muscular hace que los hombres sean más fuertes y rápidos que
las mujeres, yo no me creo una pelea entre un hombre y una mujer en la que gane
la mujer. Por tanto, el cine de acción donde el héroe sea una mujer es un
imposible.”
Estos argumentos me recuerdan a Idris Elba comentando
las críticas a su participación en las películas de Thor. “Esta gente acepta
que un tío vuele agarrado a un martillo, pero no que un dios nórdico sea
negro…” ¿Las heridas que recibe James Bond en un día flojo serían suficientes
para dejarle inválido o peor, si nos atenemos a la física del mundo real, pero
si es una mujer la que reparte puñetazos sacamos todos las biometrías? Convendría
recordar esos estudios médicos que indican que el umbral de dolor es más alto
en las mujeres que en los hombres, lo que tiene sentido puesto que son ellas
las que tienen que superar el parto.
El drama consiste en que el protagonista encuentre el mayor
número de obstáculos posibles. Si no eres más fuerte que tus enemigos, tendrás
que usar otros medios para lograr tus objetivos, ya sea utilizar espadas, armas
de fuego, ordenadores, entrenamiento ninja, los midiclorianos o ese misterioso
superpoder que es el sentido común.
El Viaje de la Heroína
Así pues, todo parecería indicar que es perfectamente
posible diseñar una historia donde una mujer sea el héroe, y siga tal cual las
distintas fases del Viaje iniciático. Ulises se queda en casa tejiendo,
mientras Penélope empuña las armas y navega hasta Troya, cruza las murallas
oculta en el caballo de madera y participa en la destrucción de la ciudad,
emprende el camino de regreso, sufre innumerables contratiempos y por fin
regresa a Ítaca más vieja y más sabia. ¿No sería esto un gesto feminista? ¿No
deberíamos lanzar hurras por la heroína triunfante?
No necesariamente. Si bien un mayor repertorio de
narraciones donde las mujeres adoptasen papeles tradicionalmente masculinos
sería una bocanada de aire fresco en un género que perpetúa estereotipos
sexuales, apenas empezaría a resolver el problema. Al menos desde los años
noventa del siglo pasado han surgido voces críticas que piden una revisión de
las teorías de Campbell, una revisión que incluya el punto de vista femenino
sobre la realidad, la voz de la otra mitad de la humanidad, que en los últimos
dos mil años ha permanecido oculta por el golpeteo de las lanzas contra los
escudos. La alternativa del Viaje del
Héroe puede ser el Viaje de la Heroína, y éste puede tomar formas muy
diferentes. Si Penélope hubiera viajado a Troya en lugar de Ulises, tal vez
ella y Héctor hubieran podido discutir razonablemente sentados sobre la arena
de la playa, y no habría sido necesario que ardiera ninguna ciudad.
En "Mad Max: Fury Road" Furiosa
es claramente superada en combate cuerpo a cuerpo tanto por Max como por los
guerreros de su enemigo, pero logra triunfar al final por una mezcla de
habilidad con las armas, resistencia al dolor y, quizá lo más importante,
capacidad para amoldarse a las circunstancias y llegar a acuerdos de
cooperación. Si no hubiera sido capaz
de ganarse a Max para la causa, el viaje de las criadoras fugitivas habría
tenido un final más rápido y menos feliz.
Y que la compleja relación entre ellos acabe con un mero
gesto de reconocimiento mutuo es poco menos que revolucionario en su
transgresión de los estereotipos a los que nos tiene acostumbrados el género de
tiros y persecuciones.
Esta entrada ha sido escrita por Angel Mirou, de Dead Letters Blog . Muchas gracias desde aquí por su visita y su amable colaboración.