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miércoles, 6 de agosto de 2014

SOBRE EL GUIÓN DE "SENDEROS DE GLORIA" II

Kirk Douglas y Stanley Kubrick.
Stanley Kubrick y su socio, James Harris, el hombre que reunió el dinero para desarrollar el guión, partieron hacia Alemania para los preparativos de Paths of Glory.  Cuando llegué al hotel Wierjahrzeiten de Múnich, fui recibido por Stanley y un guión vuelto a escribir de pe a pa. Lo había corregido él con Jim Thompson. Era catastrófico, una versión barata de lo que a mí me había parecido un guión soberbio. Los diálogos eran atroces. Mi personaje decía cosas como: "Tienes una cabeza muy grande. Estás tan seguro de que el sol sale y se pone en tu mollera que ni siquiera te molestas en llevar cerillas. " Y "Tienes el único cerebro del mundo. ¿Hicieron el tuyo y rompieron el molde? Los demás tenemos el cráneo lleno de copos de maíz."

Stanley y Kirk.
Había páginas enteras con discursos semejantes, hasta el final feliz, cuando llega el coche del general haciendo chirriar los frenos para detener el pelotón de fusilamiento y cambiar la condena a muerte de los hombres por treinta días en la prisión militar. A continuación, mi personaje, el coronel Dax, sale a tomar una copa con el malo, el general Rousseau, con el que ha peleado durante toda la película y se alejan hombro a hombro como compinches. 

Llamé a Stanley y a Harris a mi habitación.
- ¿Tú has escrito esto, Stanley?
- Sí - Kubrick siempre mantenía la calma. Nunca le oí levantar la voz, ni exaltarse ni evidenciar nada. Siempre se limitaba a mirarte con sus enormes ojos.
- ¿Por qué lo has hecho, Stanley?
Muy serenamente, respondió:
- Para volverla comercial. Necesito ganar dinero.
Empecé a subirme por las paredes. Le solté todos los insultos que se me pasaron por la cabeza.
- Me mostraste un guión escrito por otros. Se basaba en un libro. Me encanta ese guión. Te advertí que no creía que fuese comercial, pero que de cualquier manera quería llevarlo al cine. Dejaste en mis manos la posibilidad de hacer la película. Conseguí el dinero basado en ese guión. ¡No en esta mierda! - Arrojé el nuevo guión por el aire -. Volveremos al original o no haremos la película. 

A Stanley no se le movió un pelo. Rodamos el guión original. Creo que la película es un clásico, una de las más importantes - probablemente la más importante- que haya hecho Stanley Kubrick.

Extraído de "El hijo del trapero" de Kirk Douglas. Traducción de Iris Menéndez.

AÑADIDO: Según apunta Robert Polito en "Arte Salvaje: una biografía de Jim Thompson",  "El ofensivo guión, la "catástrofe" y "esta mierda", era al parecer (sin que Douglas lo supiera), el primer borrador de Jim Thompson, desconcertantemente recuperado por Kubrick en el último momento."

Fuera el primer borrador, o una posterior reescritura del guión original, de lo que estoy más o menos seguro es de que ese "final feliz" sería más un pegote añadido de Kubrick o impuesto por él, que una decisión de Thompson. No hay más que leer los felices finales de algunas de sus novelas para darse cuenta de esto.

SOBRE EL GUIÓN DE "SENDEROS DE GLORIA" I

Calder Willingham alegaba una autoría casi total - 99% - del guión definitivo de Senderos de Gloria, concediendo únicamente dos frases de diálogo a Kubrick y ni una sola a Thompson. Sus desavenencias salpimentan una jugosa carta acerca de su colaboración con Kubrick, al cual califica de "curioso estudio del artista como psicópata de nuestro tiempo":


Jim Thompson
Lamento tener que informarle de que Jim Thompson, al margen de cuáles pudieran ser sus otros méritos, que según ha llegado a mis oídos de boca de diversas fuentes fueron considerables, tuvo extremadamente poco que ver con el guión definitivo de Senderos de Gloria, tal como fue escrito y rodado en Gieslgasteig en Munich hace ahora muchos años. Yo personalmente estuve allí y lo sé.

En aquellos tiempos no existía un comité de arbitraje para los créditos cinematográficos en el Sindicato de Guionistas y yo mismo era un principiante en el negocio, más bien un novelista poco preocupado por cuestiones como los créditos de guionista. 
En mi opinión, en aquel momento existía un constante y enconado
Calder Willingham
elemento de envidia subyacente en la actitud de Stanley Kubrick hacia mi persona. Jim Thompson había sido un asociado íntimo de Stanley, un colega. Es por ese motivo que Stanley, teniendo el control de la película, confirió el crédito del guión de la manera en que lo hizo: "Guión de Stanley Kubrick, James Thompson y Calder Willingham". En aquel momento no me importó en un grado digno de mención; cuando me enteré, me limité a sonreír y a encogerme de hombros con tristeza, sólo ligeramente irritado ante el descomunal descaro de Stanley. Lo que hizo, en cualquier caso, fue escandaloso.


El guión de Senderos de gloria, tal como se filmó frase por frase la película en Múnich, es en un 99% obra mía. Gran parte del trabajo se realizó allí mismo, con una máquina de escribir en el estudio. Stanley tenía en el guión literalmente dos frases y tampoco particularmente importantes. Jim Thompson no escribió ni una sola línea de diálogo de las que aparecen en la película. Debo añadir que la estructura narrativa, el enfoque conceptual y las caracterizaciones también son, aunque en menor grado, predominantemente míos. La manera de interpretarlo a través de la cámara fue, por supuesto, la de Kubrick, cuyo estilo a menudo consideré antagónico o contradictorio con las intenciones de mi guión, aunque sobre eso poco pude hacer más allá de señalarle airadamente a Stanley sus deficiencias, que son en su mayoría resultado de su indiferencia y frialdad casi piscopáticas hacia los seres humanos de la historia. Una carencia, que podría añadir, ha limitado tristemente los trabajos de Kubrick a lo largo de toda su carrera; no le gustan demasiado las personas, le interesan principalmente cuando cometen actos espantosos e inenarrables o cuando su idiotez desprende tanta malevolencia como para resultar entretenida a su horrible manera. Stanley Kubrick, con el cual hace ahora muchos años que mantengo una relación amistosa pero personalmente distante, es un curioso estudio del artista como psicópata de nuestro tiempo. Por favor, nótese que no estoy calificando al propio Stanley de psicópata ni nada por el estilo; son su estética, sus preocupaciones e intereses artísticos los que resultan piscopáticos. O, tal como observó la intolerable e insufrible Pauline Kael, su "espíritu ártico", el cual le supone una severa limitación, tal como pude descubrir por experiencia propia.
En una carta reciente dirigida a mi agente, surgió la cuestión de "mi labia y la capacidad de persuasión" en un contexto distinto al de las películas.
Le escribí:


"Hace años, Stanley Kubrick casi se negó a leer mi informe acerca de la escena final de Senderos de Gloria, en el que argumentaba que la árida brutalidad que supondría terminar la película con la ejecución de los soldados resultaría intolerable para el público al
Christian Susanne Harlan cantando "Der treue Husar".
vez que una declaración completamente vacía desde el punto de vista filosófico (esto es lo que él estaba decidido a realizar); que la escena que yo había inventado (en la que la chica alemana cantaba de manera torpe y patética "Der treue Husar", conmoviendo a los soldados franceses y provocando que se arrancasen a cantar con ella, compartiendo sus lágrimas y una común humanidad), era esencial si queríamos que la historia fuese soportable o manifestase alguna verdad acerca de la vida humana. Stanley dijo: "No puedo resistirme a tus argumentos cuando los pones por escrito; mis circuitos están sobrecargados, se me saltan los plomos y empiezo a darte la razón en todo lo que dices, como si estuviera hipnotizado". La chica alemana, con la que Stanley se casó después, cantó la canción y unos extras alemanes vestidos con uniformes franceses de la Primera Guerra Mundial cantaron con ella y lloraron, a cambio de cuatro perras, lágrimas de reconocimiento ante la tragedia de esta vida que en aquel momento elevaron la película por encima de cualquier otra que haya dirigido Kubrick".


Esta es la historia íntegra y completa sobre Senderos de Gloria, contada de primera mano y conocida por muy pocas personas, ya que nunca me he molestado en revelar la vacuidad de las afirmaciones de Kubrick respecto a ese largometraje, aunque tal vacuidad pueda ser inferida por cualquier cinéfilo perspicaz a la luz de la incapacidad de Kubrick para volver a realizar otra película parecida. Lo que pueda tener Senderos de Gloria de gran película, dejando a un lado una habilidosa fotografía, lo tuvo a cuenta de la inspiración y los esfuerzos de 
                                                    Su seguro servidor,
                                                     Calder Willingham



A pesar de que pretende contradecirle, este j'accuse de Willinghan remeda en realidad el de Thompson. La cólera persistente e inexorable expresada por el único otro novelista que escribió para Kubrick en los inicios de su carrera profesional como director, refuerza la letanía de la traición difundida por Thompson entre sus amigos y familia. Sin embargo, los recuerdos de Senderos de Gloria de Wilingham -su aspiración a ser el único autor del guión y sus comentarios sobre el Sindicato de Guionistas - no coinciden ni con la correspondencia interna que se conserva de la producción ni con los guiones en sí. Puede que Willingham fuese el creador del emotivo desenlace, tal como él mismo indica (aparece por primera vez en uno de los manuscritos del 25 de febrero), pero un inventario escrupuloso de los borradores anteriores establece que Thompson fue tan vital como Willingham para el éxito de Senderos de gloria.

Extraído de "Arte Salvaje. Una biografía de Jim Thompson" de Robert Polito. Traducción de Óscar Palmer Yáñez


AÑADIDO: Como ya he comentado por aquí alguna que otra vez (y además usando esta misma película a modo de ejemplo), el cine es un trabajo de equipo, de colaboración... así que aunque Calder Willingham se atribuya modestamente el 99% del guión así como el éxito de la película ayudado por una habilidosa fotografía, no creo que podamos considerar "Senderos de gloria" como una película de Calder Willingham. 

viernes, 18 de enero de 2013

LAS MALAS LENGUAS II

- Bueno, también he pensado eso - dije-. Sí señor, realmente he pensado mucho en esto también. Casi he llegado a convencerme de que realmente debería ponerme a detener gente y empezar a comportarme como un comisario normal. Pero entonces he pensado otro poco y he sabido que no debía hacer nada de ese estilo.

- Pero, Nick...

-Porque la gente no me quiere para que haga eso. Puede que crean que sí, pero no es cierto. Lo único que quieren es que yo les dé algún pretexto para elegirme otra vez.

- Te equivocas, Nick - Robert Lee movió la cabeza -. Estás pero que muy equivocado.  Ya saliste con triquiñuelas en el pasado, pero no te resultarán esta vez. No ante un hombre realmente admirable como Sam Gaddis.

Dije que bueno, que vivir para ver, y me lanzó una mirada fulminante.

- No se te habrá ocurrido pensar que Sam Gaddis no es un buen hombre, ¿verdad?. No será esto, ¿verdad que no, Nick? Porque si te ha pasado por la cabeza sacar a relucir alguna porquería contra él...

- No se me ha ocurrido semejante cosa - dije- . No voy a sacar a relucir ninguna porquería en contra de Sam aunque quiera, porque no hay ninguna que desenterrar.

- Eso está bien. Me alegra que te hayas dado cuenta.

- Sí, señor. Sé que Sam es un hombre tan honrado como el que más. Por eso no comprendo cómo pueden circular sobre él todas esas historias que se cuentan.

-Eso está bien. Yo...¿qué? - me miró con sobresalto. ¿Qué historias?

- ¿Quieres decir que no las has oído? - le pregunté.

-¡Pues claro que no! Dime inmediatamente de qué historias se trata.

Hice como si fuera a contárselo y entonces  me detuve y negué con la cabeza.

- No las repetiré - dije-. Si no las has oído, ten por seguro que no las sabrás por mí. ¡No, señor!

Echó una rápida ojeada a su alrededor y se inclinó hacia delante, la voz casi un murmullo:
- Cuéntamelo, Nick. Te juro que no diré una palabra a nadie.

-No puedo. Sencillamente no puedo, Robert Lee. No sería honrado y no hay motivo para hacerlo. ¿Qué puede importar que la gente vaya difundiendo por ahí un montón de chismes sucios sobre Sam, cuando sabemos que todo es mentira?

-Nick...

-Te diré lo que voy a hacer. Cuando Sam salga a pronunciar su primer discurso electoral el domingo próximo, yo subiré con él al estrado. Tendrá todo mi apoyo moral, absolutamente todo, y voy a decirlo así. Porque sé que no hay una sola palabra de verdad en todas esas historias repulsivas y nauseabundas que circulan sobre él.

Robert Lee Jefferson me siguió hasta la puerta delantera haciendo lo posible por sonsacarme los chismes. Seguí en mis trece, naturalmente, ya que la razón más importante de mi silencio era que en toda mi vida no había oído nada malo acerca de Sam Gaddis.

- No, señor - dije mientras cruzaba la puerta-. No las repetiré. Si quieres oír suciedades sobre Sam, tendrás que preguntarle a otro. 

- ¿A quién? - dijo con ansiedad -. ¿A quién podía preguntar, Nick?

- A cualquiera. Sencillamente a cualquiera. Siempre hay cantidad de gente dispuesta a difamar a un hombre honrado, aun cuando no se sepa cómo.

(...)


- Parece que es un día de buenas noticias, querido. Primero, el hijoputa de Tom la palma y ahora parece que vas a resultar reelegido.

- ¿Si? - dije -. ¿Cómo es eso, querida?

- Sam Gaddis. Todo el pueblo habla de él. Vaya, ¿sabes lo que ha hecho, Nick?

- No tengo ni la más ligera idea - dije. Siempre pensé que Sam era un hombre de lo más honrado.

- ¡Pues ha violado a una criatura negra de dos años!

- ¿Sí?¿Niño o niña? - pregunté.

- Niña, supongo. Yo...ja,ja... ¡Nick, bicho malvado, bicho! - se rió y me miró de soslayo -. Pero, ¿no es terrible, querido? Pensar que un adulto se jode a una criatura inocente. Y esto no es más que el principio. 

- Cuenta. ¿Qué más hizo?

- Rose dijo que Sam había chuleado a una pobre viuda hasta dejarla sin ahorros, y que luego había matado a golpes a su propio padre con un palo para que no hablara del asunto.

- Y aún hay más cosas, Nick. Todo el mundo dice que Sam profanó la tumba de su abuela para robarle los dientes de oro. ¿Habrase visto? Y que mató a su mujer y arrojó el cadáver a los cerdos para que se lo comieran. Y que...

- Un momento - dije. Sam Gaddis nunca ha estado casado.

- Querrás decir que nunca viste a su mujer. Estuvo casado antes de venir aquí y echó a su mujer a los cerdos antes de que nadie supiera nada de ella.

-Vamos, vamos. ¿Cuándo se creen que Sam hizo todas estas cosas?

Rose vaciló y dijo que, bueno, que no sabía exactamente cuándo. Pero, alabado fuera el señor, sabía con seguridad que las había hecho.

- La gente no se inventa cosas así. ¡Es imposible!

- ¿Tú crees?

- ¡Pues claro, querido! Además, según dice Myra, casi todo ha partido de la señora de Robert Lee Jefferson. Su propio marido se lo contó y ya sabes que Robert Lee Jefferson no suele mentir.

- Sí - dije- . Y no parece que tenga que hacerlo ahora, ¿no crees?

Tuve que morderme los morros para no reír. (...)

Extraído de "1.280 almas" de Jim Thompson.  Traducción de Antonio Prometeo Moya.

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